¿Cuánto Valen Dos Millones? Parte 1

9 1 0
                                    

Mi historia empieza en una mañana del barrio San Nicolás del municipio de Soacha. Me encontraba en mi cama cuando me desperté de golpe, mi madre me gritaba que iba tarde para el colegio, y al ver mi reloj de reojo, comprobé que tenía razón.

—Madre, ¿has visto mi ropa?

—No, creo que está colgada...

— ¿Por qué está colgada? ¡La necesito para hoy en la escuela!

—Tienes 17 años, ya eres grande, soluciónalo tú mismo.

Al llegar a la puerta me encontré con mis amigos como de costumbre, y al entrar mis profesores vieron que no traía uniforme y me dejaron sentado para que firmara una hoja donde se decía que con tres anotaciones no podrías ir al grado.

— ¿Acaso ya te sientes graduado por estar en once?— decía mi ''querida'' profesora de artes.

Creo que la mirada de los profesores no fue nada comparado al regaño que recibí de parte del coordinador. No soy de las personas que alegan, entonces no dije nada mientras me decía muchas cosas.

A las 8, cuando por fin entré al salón, mis compañeros se me quedaron viendo, todos creen que soy un ñero, pero realmente no soy de ese tipo de personas, soy solamente alguien que no le va bien en la vida.

— ¿Por qué te dejaron esta vez?— dijo Kate, mi única amiga ahí.

—Porque estaba tragando chicle— dije señalando mi ropa.

—No me refería a eso, no seas tan grosero— gruñí—, me refería a ¿por qué no trajiste el uniforme?

—Mi madre lavó mi ropa.

— ¿De nuevo? Esa mujer tiene problemas serios.

—Lo sé, pero aun así es mi madre y la quiero.

—Pero cuando te quieras ir de casa, ¿cómo lo...?

—No pienso hacer eso— la interrumpí.

—Pero tienes que abandonar el nido, tienes que irte de casa e ir por una mejor vida, ¿no quieres eso?

—Claro que sí, y apuesto a que mi madre igual, pero no me puedo dar el lujo de irme sin pensar en ella. Es una mujer de 60 años, no puedo simplemente darle la espalda como lo hizo mi padre cuando nací, o mis hermanos que consideraban las drogas y las personas partes de un negocio.

—Buen punto, ¡qué dilema!

Al salir del colegio acompañé a Kate hasta su casa como lo hacía habitualmente. Nadie habló, porque ya todo estaba dicho, y se sabía bien que mi vida ya estaba jodida, al llegar a la puerta me abrazó.

—Escucha, sé que es tu madre y todo, pero no puedes joderte la vida por alguien más, no importa por quién sea.

—Tú no lo entenderías, no conociste a tu madre.

—Créeme, es mejor haberla conocido y estar jodido por ella que no haberlo hecho. Hablamos mañana, no olvides la tarea de cálculo.

Me dio un beso en la mejilla y entró, en ese momento pasaron unos tipos con un cacho de hierba en las manos, me miraban como si yo fuera comida. Salí de ahí caminando rápido.

Apenas entré a mi casa me cambié y me fui a mi trabajo (con lo que nos sostenemos económicamente mi madre y yo). Era tan tarde que no alcancé a almorzar, me esperaban muchos pedidos de bandejas y de comidas rápidas en el ''chuzo de Doña Emilia'', un lugar conocido en el vecindario por tener la comida más exquisita de Soacha (dicen algunos).

Terminé mi turno a las 6 pm, pero ese día la jefa nos pagaba.

—El mejor empleado ha sido Kilian, a pesar de hacer horas extras y de tener que estudiar y cuidar a su madre, siempre nos cumple aquí. Por esa razón, si te quedas hasta las 7 hoy te daré el cuádruple de tu paga normal, es decir, estamos hablando de casi 2 millones de pesos, ¿qué te parece?

Todos me decían que sí, porque era una muy buena oferta, pero mi barrio y este eran muy peligrosos de noche. Pero después de pensar en lo que me había dicho Kate, acepté sin dudar.

Al salir del restaurante, vi que la calle estaba desierta, y de visibilidad sólo había dos postes de luz alumbrando con dificultad sobre el brumoso suelo.

Realidades Infinitas En Un Mundo PequeñoWhere stories live. Discover now