5- Corazones rotos y vodka

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Aleksey admiraba en silencio a Nikolai mientras este encendía la pequeña chimenea. Pensaba en todos los momentos agradables que pasaba con él, cuando se agobiaba del trabajo en la aldea se escapaba al bosque para verlo y allí conversaban horas y horas, dentro o fuera de la cabaña, a veces lo ayudaba a cazar o daban largas caminatas nocturnas. Claro, eso sí no había luna llena, puesto que Nikolai era actualmente un hombre lobo, la bestia de la leyenda a la que todos temían. Pero para Aleksey, Nikolai no era un monstruo, era su héroe. Lo admiraba tanto que poco a poco sus sentimientos de amor hacia el otro empezaron a manifestarse, desgraciadamente no podía decírselo ya que ambos eran hombres, y eso disgustaria al mayor y nunca más lo volvería a ver. Ese era uno de los problemas que lo tenían preocupado a más no poder.

Suspiró liberándose de las tensiones. Lo miraba de reojo mientras buscaba bebidas y dos vasos. Hacia mucho frío esa noche, el mayor llenó de vodka ambos vasos y lo miró detenidamente. El rubio apartó la mirada hacia su vaso, un poco sonrojado. Su mirada penetrante lo ponía nervioso.

- Mi padre... -sintió un nudo se le formaba en la garganta entonces juntó coraje y tomó un gran sorbo de vodka.

- ¿Tu padre?

- Mi padre me ha arreglado matrimonio. Será pronto. - tomó un segundo trago para quitarse el nudo de la garganta pero poco a poco sus ojos se empezaron a humedecer.

Aleksey había cumplido 17 años recientemente, y sus padres al ver que no hablaba con nadie ni tenía amigos en el pueblo comenzaron a preocuparse, pues pronto sería un "hombre de la casa" más.

Nikolai no pudo evitar sentirse mal por él, tanto que sintió su pecho oprimirse cuando las primeras lágrimas comenzaron a caer de esos hermosos ojos amatista que poseía.
Para ser sinceros Aleksey era la única persona que atesoraba en su vida, era el único que no le temía, el que lo hacía recordar que tenía sentimientos. Ya que no era nada fácil vivir alejado del resto, escondiense todo el tiempo para no acabar siendo un abrigo o un tapizado de lobo.

El hombre lobo tomó una de sus manos y la apretó con fuerza para que  dejase de llorar, era algo torpe demostrando sus sentimientos.

— Lo siento, supongo que es algo inevitable de crecer. Deja de llorar y brindemos. —dijo sirviéndose a ambos más vodka y poniendose de pie.

El menor se limpió las lágrimas y se incorporó también.

— Felicidades por tu compromiso, Alek. —juntaron sus vasos en brindis.

— G-gracias... —le dedicó una pequeña sonrisa al mayor, la cual este intento devolver.
Pero tanto a Nikolai como a Aleksey le dolía tal noticia, ambos por la misma razón.

¿Saben qué es más peligroso que un corazón roto por amor con una botella de vodka?

¡Dos corazones rotos por amor con vodka en una misma habitación!

— Alek, ¿estás bien...? —Niko lo samarreo suavemente pero no obtuvo respuesta, se había quedado dormido sobre la mesa. Admiró por unos momentos el bello rostro del joven; lleno de serenidad, unos mechones de cabello rubio le caían sobre las mejillas, sus ojos cerrados le permitían apreciar sus pestañas y sus cachetes poseían cierto sonrojo.

Ese día no había luna llena pero tenía una sensación extraña en su estómago o en su pecho y estaba un poco acalorado. Rápidamente se lavó la cara con agua helada cuando pensamientos raros sobre el rubio pasaron por su mente. Tenía su lógica, había bebido bastante aunque él estaba acostumbrado y rara vez se embriagaba. Así que no podía ser eso...

Se sobresaltó al oír un susurro del menor.

— Mejor te llevaré a la cama.

Seguido lo also y lo cargo hasta sus gran cama, cuando estaba por recostarlo Aleksey abrió sus ojos y sujetó de su brazo.  — Niko...te...—
— ¡¿Q-qué?!

La Leyenda Del Hombre Lobo (YAOI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora