3-Lindo lobito.

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El pequeño rubio paró en seco cuando oyó ruidos provenientes de unos arbustos cerca de él, no podía ver casi nada pero sentía como unos ojos lo estaban observando. 

A partir de ahí el único sonido fue el ruido del silencio, hasta que una bestia grande y aterradora  saltó de la nada misma y cayó sobre Aleksey haciéndolo caer atrozmente. El de ojos amatista miraba con sorpresa al lobo que tenía encima, y este miraba al niño y le gruñía ferozmente mostrandole su boca llena de dientes afilados, parecía que en cualquier momento iba a devorarlo de un solo mordisco. Aun así el Aleksey no estaba asustado, no se sentía en peligro.

  — ¡Lindo perrito! ¡Lindo perrito! —El menor sonrió tiernamente y, para sorpresa del animal, le acarició delicadamente la larga melena plateada. 

El lobo de carácter frío y reacio parecía haberse calmado con las caricias del niño y ya no le gruñía ni le mostraba los dientes. Al parecer la inocente sonrisa del menor le había tocado algo en su corazón, entonces le devolvió el gesto lamiendole la mejilla con su áspera lengua y se apartó de encima.

Al levantarse del suelo, Aleksey divisó la canasta que traía; ésta se había volcado y algunas cosas se habían desparramado por ahí. De repente, el rubio había comenzado a llorar fuertemente ya que no quería que su abuela pasase hambre y que sus padres se enojaran con él y dejaran de hablarle para siempre. 

El lobo pegó un brinco del susto, pero luego miró al niño con pena, se sentía muy triste —por alguna razón que no entendía— al verlo llorar así. Intentó ayudarlo empujando algunas cosas hacia dentro de la canasta, pero era inútil en su forma de lobo...

Mientras el lobo pensaba, el niño no paraba de llorar, sus mejillas y su nariz se habían enrojecido. El peludo animal solo pudo empujarlo levemente con su hocico, tal vez así podría entenderlo. Y para su suerte, este dejó de llorar, prestandole nuevamente atención al canino. 

Al final, Aleksey recogió las cosas de la canasta y acarició los cabellos del animal antes de despedirse.— ¡Adios perrito! —Saludo con su pequeña mano y se dispuso a seguir su camino.

El lobo no pudo evitar sentir pena por él, después de todo, ¿quién dejaba a un niño pequeño solo en un bosque a mitad de la noche? El bosque era demasiado peligroso para un niño inocente como ese... Intentó con todas sus fuerzas no mirar hacia atrás, pero una voz en su interior le dictaba que fuera con él, que no lo dejara solo en el bosque.  Y al final, así lo hizo, dio media vuelta y fue corriendo hacia él a toda velocidad hasta alcanzarlo. 

  — ¿Perrito? ¡Volviste!

El hombre -ahora convertido en lobo- sonrió en su interior al ver la tierna sonrisa del pequeño rubio.

A decir verdad, el lobo ya se había encariñado con él.

El pequeño rubio albino se montó al lomo del lobo y se dirigieron hacia la casa de su abuela.

Al llegar, luego de un rato, Aleksey se bajó de su lomo y abrazó a la bestia tomándolo por sorpresa a este último.

— ¡Gracias por traerme hasta aquí! ¡Te veré luego, adiós perrito! — Se despidió con su mano libre, y antes de que abrieran la puerta la gran bestia echó a correr a toda velocidad, perdiéndose en la oscuridad del bosque en segundos. 

Desde ese momento, ambos deseaban en su corazón poder volverse a encontrar una vez más.

La Leyenda Del Hombre Lobo (YAOI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora