Capítulo V: ¿Damos un paseo?

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Las clases acabaron y fui a la mansión junto con Damián

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Las clases acabaron y fui a la mansión junto con Damián.

Kerstin dijo que vendría en un rato con su tía y yo estaba muriendo de la nervios. No sabía qué podría decirme, y si alguien de verdad estaba intentado hacerme daño lo pagaría, y si era alguien de otra manada lo más probable es que habría guerra.

Prefería pensar que no era cierto, que nadie estaba intentado hacerme daño y solo era algo anormal que se podría curar con algunas pócimas.

Estaba en el porche a un lado del palacio acostada en una hamaca mirando el bosque, me era agradable pensar con el viento pegando en mi cara, combinado con el suave movimiento de la hamaca me daba una relajación y paz que no solía encontrar fácilmente, y era lo que más necesitaba en estos momentos.

—¿Qué tanto piensas? —Alex me sacó de mis pensamientos mientras se sentaba en un sillón cercano.

—En cómo hacer la fiesta perfecta. —No era del todo mentira.

—¿Por qué siempre buscas la perfección? —preguntó realmente interesado.

Esa pregunta no me la esperaba, pero tenía razón, ¿por qué siempre buscaba la perfección?

—No lo sé —dije sinceramente.

—¿Te importa mucho el qué dirán? —preguntó preocupado.

—No, claro que no, no es por eso. —Me apure a decir—. No lo hago por los demás, lo hago por mi, por mi propia comodidad, me gusta que las cosas este bien y controladas.

—Me parece bien que no te interese el que dirán, tu simplemente vive tu vida de la forma que quieras, eres afortunada de ser libre y poder hacerlo. —Lo mire un poco dudosa, ¿a que venia eso? Él suspiró al ver mi cara—. Yo solo quiero que seas feliz, y tengas todo lo que yo no podré tener.

Con todo el asunto de mis dolores me había olvidado un poco del dolor de mi hermano, ¿como pude dejarlo de lado? Me sentí peor de lo que ya estaba, pero sabía cómo arreglarlo.

—¿Damos un paseo? —dije mientras sonreía. El entendió perfectamente mis palabras y me sonrió de vuelta.

Salí corriendo hacia el bosque con Alex justo detrás de mí. Solo escuche unos crujidos e instantes después vi como una gran bola de pelo negro saltaba por encima de mí.

El lobo de Alex era increíblemente grande, al ser el alfa era normal, pero su tamaño supera por mucho el promedio. Sus grandes ojos azules combinaban perfectamente junto con su pelo negro liso y sus colmillos grandes totalmente blancos.

Podía percibir cada respiración, cada movimiento de su cuerpo y cada pequeño gruñido. Siempre me había gustado verlo, él y yo siempre habíamos tenido muy buena relación, yo siempre había sido su pequeña, pero sabía que ahora él estaba casado y muy pronto se convirtiría en alfa. Pensar en que las cosas jamás volverían a ser las mismas me entristecía, pero no podía hacer nada para evitarlo, algún día teníamos que crecer.

Maldición Fraternal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora