vueltas de la vida

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A menudo, volviendo a casa del trabajo muy tarde, siempre recorría el mismo camino.

Daba igual la hora, siempre me encontraba con un chico de pantalón corto con patitos amarillos que cantaba en la puerta, lloviese o luciera el sol.

Parecía una especie de ritual.

Con el tiempo, comenzamos a saludarnos, pero sin familiarizarnos.

Un mes antes de que me despedieran, desapareció raramente .

Fui a una entrevista de trabajo y de repente lo vi, con traje y apariencia seria.

Gritó que eran las vueltas de la vida y me aceptó para el trabajo.

Algunos  meses más tarde, me propuso matrimonio.

Me regaló unos pantalones cortos iguales.

Y cantamos juntos felices .

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