Capitulo 1

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El olor a tocino penetró la cocina, el desayuno estaba listo. Era mi primer día de clases, había esperado todo el año para ese momento. La preparatoria es uno de los lugares donde las personas se desarrollan y llegan a su máximo nivel, ¿Llegaría a ser uno de ellos?, no lo sé, aunque siempre había querido serlo. Este año no era un año común como los demás, las fiestas, las reuniones y todo eso que hacen los chicos grandes, estaba por formar parte de una rutina algo apretada, me moría de ganas por hacerlo.

- Deberías comer todo el desayuno. - Dijo mi madre algo melancólica por ver a su hijo ya grande, ¿Qué puedo decir? tiene razón en sentirse orgullosa, y más por hacerlo casi sola, mi padre estaba en uno de sus viajes de trabajo, sus reuniones son de meses y lo veía muy poco, aunque me hubiera gustado que estuviera ese momento con migo.

Tomé un sorbo de jugo de naranja, mordí un panecillo y cogí la mochila.

- Adiós mamá. - Dije en tono rápido.

Estaba tan ansioso por saber que se siente estar en una escuela tan prestigiada y maravillosa como esa, me sentía como un pez en una nueva pecera, todos alguna vez somos primerizos y nadie te quita esa sensación.

El camino se me hacía eterno, 1 kilometro para ser exacto, ya quería ver cómo era, a quienes conocería y que maravillas me esperaban.

Tenía el sabor a Naranja en mi boca y trozos de tocino entre los dientes, caminaba por la avenida 16, la sensación de espera me recorría el cuerpo entero como un gigantesco calofrío, un par de jóvenes pasaban por la calle en sus carros lujosos con destino a la misma a escuela a donde yo me dirigía, la verdad me gustaría adquirir uno, sí me dieran a escoger supongo que erigiría uno de color negro, mi color preferido. Continuo caminando cuando a lo lejos alcanzo a ver la escuela hacia donde yo me dirigía. Era un sin fin de alumnos de nuevo ingreso, algunos de los alumnos que veía ahí estaban con migo en mi anterior escuela, pero la mayoría eran tan solo chicos presumidos, con padres cuyo elemento principal en la vida es la educación, aunque a ellos solo les importaba el dinero. Entré a la escuela emocionado e intranquilo, esa escuela era mi sueño desde el preescolar, era de las mejores escuelas de Atlanta.

Las listas estaban colocadas en la pared junto a un estante repleto de trofeos de los Leones, el equipo de futbol americano de la escuela.

- Tomás Johnson. - Sonó algo tranquilo y familiar, me di la vuelta y vi a Alex, mi amigo de la infancia, no esperaba encontrármelo, se había mudado a Los ángeles meses atrás y no sabía nada sobre su regreso.

- Alex. - Dije contento de verlo, se veía algo aburrido y demacrado, la última vez que lo había visto estábamos en la secundaria, creo que era el último día de clases, ¿Cómo olvidarlo?, fué nuestra graduación, sus padres se veían tan bien juntos, quien iba a pensar que se separarían después de años de matrimonio, claro, todos tenemos problemas, aunque no parezca. Siempre fuimos buenos amigos, y lo seguiremos siendo...Duramos un rato charlando y descubrimos que los dos estábamos en la misma clase.

Ambos nos conducimos al Aula 87. No tenía idea que pasaría primero, todos los alumnos se observaban los unos a los otros, algunos se conocían, pero otros no, todos ansiosos y con ganas de estudiar, o eso era al menos lo que aparentaban.

Nuestra aula era acogedora, aunque algo rustica, bueno, supongo que su olor se debe a la antigüedad que tiene, en el techo había ventiladores de madera, supongo que están desde hace mucho tiempo ahí, la escuela se había construido al finalizar la guerra civil, y no habían ocurrido muchos cambios desde entonces

Un profesor entró a el aula, todos estábamos serios y en silencio esperando algunas palabras de aliento.

- Bienvenidos sean todos y cada uno de ustedes, la escuela preparatoria Andrew Jackson los recibe con orgullo y gratitud, mi nombre es Petter Kyle y seré su profesor desde ahora, pueden llamarme profesor Kyle. - Era algo anciano y de postura encorvada, su pelo era entre gris y blanco, tenía de ambos colores. Su voz era algo ronca y estaba entre cortada, pero sonaba educado y cortés, sus palabras eran de mi agrado y al escucharlas me alegré de que mi profesor no fuera arrogante ni presumido, sino todo lo contrario, estaba tan concentrado en sus palabras que ni siquiera noté que a mi lado había una butaca vacía, no sabía a quién le pertenecía, se supone que la escuela solo tiene butacas para el número exacto de alumnos en cada salón de clases, así que imaginé que a alguien se le había hecho algo tarde.

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⏰ Última actualización: Apr 14, 2016 ⏰

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