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Aprendí que el amor llega sin avisar, sin mirar a los dos lados antes de cruzar la calle.
Aprendí que el amor no advierte a futuras consecuencias, solo se centra en llegar y llenarle el alma al afortunado que lo posea.
Aprendí que el amor surge de un beso, de una caricia, de una palabra o de mil maneras más. Que llega de imprevisto, alardeando la potencia, pasión y alegría que lo caracteriza, haciéndole burla al tonto que por no ser amado, ha dejado de amar y acogiendo a los valientes que pudieron rescatar de un mundo en caos, algo de chispa, alegría y cariño.
A los valientes que supieron verlo aún cuando los obstáculos los frenaban y las piernas ya no aguantaban el caminar.
A los que se atreven y a los que aman.

La sencillez de mis escritosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora