P r ó l o g o

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02 de Marzo, 1986.

La mañana se dilucidaba en el cielo con un maravilloso resplandor y una brisa refrescante se mecía por las calles alentando a los ciudadanos a despertar con buenos ánimos. Mientras algunos de ellos recién empezaban su ajetreado día, otros ya se encontraban en las puertas de su trabajo listos para brindar sus servicios al mundo, como era el caso de la pizzería Freddy Fazbear que desde antes que los primeros rayos de sol salieran por los cielos ya se encontraba en funcionamiento.

Este local, muy amado por los niños, era el centro de atención de todo habitante de aquella pequeña ciudad gracias a sus coloridas paredes, elegido especialmente para los infantes, una comida aceptable a un precio moderado, pero sobre todo había algo que causaba conmoción a todo público de aquellos años.

Animatronicos.

Robots de aspecto humanoide con diversos diseños, algo infantiles, eran adorados por los niños que solían visitar la pizzería. Dentro de sus paredes se escuchaban risas y canciones alegres que motivaban a permanecer todo el día disfrutando del cómodo ambiente que se creaba.
Cada niño poseía un animatronico favorito que admiraba con tanta euforia, cada quien gritaba el nombre de su personaje selecto, cada uno de esas almas puras miraba a su robot con ojos esperanzados en espera de su siguiente acto.

El gerente que dirigía la pizzería disfrutaba de ver como esas pequeñas cabezas se emocionaban de tan solo observar al oso, consejo, pollo y zorro en escena. Pero lo que más amaba eran las ganancias que obtenía con cada visita, pues aunque suene terrible de admitir, él se podría en dinero gracias a la brillante idea que tuvo una mañana hace un año.

Debía admitirlo, todo aquello lo estaba llegando a un nivel que jamas pudo creer que pasaría. Además su pequeño hijo, tan tímido como siempre, tenía la posibilidad de interactuar con los niños que visitaban las instalaciones todos los días. Aunque su miedo a las personas no le permitía establecer casi alguna amistad...

Tan solo una pequeña niña de cabellos dorados que constantemente iba a observar el show de Toy Freddy logró llevarse bien con él. Oh, como adoraba a esa infante por tener una personalidad tan espontánea que permitía ayudar a su hijo con sus relaciones externas. Además de ser una de sus fieles consumidoras.

Su nombre era (t/n) White.

Una niña de ojos color cielo despejado y puro, con una actitud que simpatizaría hasta con el más gruñón del mundo. Una pequeña risueña de sonrisa encantadora que con su sola presencia anima a todos y hace brillar a su alrededor. Lo poco que había interactuado con el gerente de la pizzería le dio una muy buena impresión de su persona, supo al instante que ella seria una gran persona de grande y que, si ambos niños seguían juntos, seria una perfecta novia digna de su hijo.
El problema aquí era que, la dulce inocente, era muy curiosa y hasta despistada al momento de enfocar su atención en algo que le hubiera gustado mucho. ¿Cómo saco esa conclusión tan valiosa? Pues era fácil de notar con solo ver el como actuaba una vez su Toy favorito salia a cantar frente al escenario.

Una vez incluso ella y su hijo estuvieran a punto de chocar contra un cliente que transportaba varias bebidas por observar el show que se armaba frente a sus narices. Pero no se quejaba, le parecía algo tierno. Conocía a su madre, aunque muy poco a su padre pues este solía trabajar mucho entre semanas, logró que la mujer y su esposa fueran muy unidas e incluso ambas habían acordado casar a sus retoños una vez crezcan, afirmando la obviedad de su relación.

Ese día, (t/n) había llegado más temprano de lo normal. Su madre le pidió personalmente que cuidara de ella debido a que en su trabajo había ocurrido una urgencia y no podía llevarla consigo, optando por dejarla al cuidado de un adulto de confianza: osea, él.
No se negó, estaba encantado con la brillante presencia de la niña pero lamentablemente su tímido hijo se hallaba resfriado y no podía venir a hacerle de compañía. No era un problema tan grave, (t/n) era tan educada que sin la supervisión de alguien podía mantener el orden y garantizar su seguridad, algo raro de ver en una infante de tan solo 4 años. Pero así era ella y estaba agradecido con ello.

Disasters ||Yandere! Puppet x Reader||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora