Nadie, ni aun la misma Angelina, su compañera inseparable de labores, paseos e inocentes regocijos, concedia a Julián ni inteligencia, ni voluntad, ni nada.
Su eterna mudez, su semblante horrible, su risa eterna, su docilidad estoica, todo revelaba en el un idiotismo completo; y aun cuando el buen acierto, en algunas de sus acciones hacia pensar en que era poseedor, cuando menos de facultad de distinción, todos creian que aquello no era sino un reflejo instintivo, unica claridad existente en su oscurecido cerebro.
Idiota le creian y como tal lo trataban. Su presencia no era un obstaculo para aquellas acciones que la de un niño bastaria a estorbar, u Angelina, pudorosa como delicada y sensitiva, tenia delante de el rasgos de sublime impudor.
Su inteligencia amordazada por su mudez, no podia hablar a ningún oido, pero su imaginación a quien la palabra no habia servido para disiparse, funcionaba con actividad asombrosa; tenia irradiaciones extraordinarias y encerrada en aquel cerebro sin escape, apenas como la rica esencia de un frasco, se evaporaba en miradas de fuego por sus ojos negros y brillantes, única cosa que hablaba en aquel semblante ajeno a toda expresión de laboreo intelectual.
La monotonía de su existencia, su ignorancia completa de las cosas del mundo le habían dado una aparente atonía que hicieron a los otros juzgarlo idiota completo. Sin embargo, ¡que lejos estaban de pensar lo cierto acerca de Julian! ¿Idiota él? ¡Jamás lo fue! Pensaba como todos, discernir mejor que todos, pero callaba como ningún y por último, ¡amaba como nadie!
Angelina era el cielo de sus ojos;de niño fue su inocente e inseparable compañera; ya grande, aún cuando el no lo comprendía, se había convertido en el dulce anhelo de su callada existencia; y como su pasión carecía de palabras, llenaba su alma sin evaporarse; a menos que la falsa creencia que sobre su idiotismo Angelina tenía, no le diera ocasión para que su amor, convertido en lenguas de fuego, saliera por sus ojos para ir a besar las formas castas e incomparables que delante de él su adorada Angelina con sublime indiferencia descubría.
Julian no se daba cuenta de la naturaleza de aquel modo de sentir tan extraño, de aquellos temblores repentinos, ni podía comprender el por qué a cada paso le venían deseos vehementes de coger a Angelina entre sus brazos; pero no como antes lo había hecho tantas veces; no, era muy distinto el abrazo que hoy deseaba, se lo daría apretado, muy apretado; y se asombraba de que pensando en esto, en lugar de acercarse, una fuerza extraña le alejaba cada día más de ella.
Angelina aún cuando hubiera sabido que existe para las almas un amoroso despertar, no habría nunca, por nada en el mundo, parado mientes en Julian; y lo que este sentía le habría sido eternamente desconocido, si acontecimiento inesperados no hubiesen venido a revelarselo.
Ella con su casta impudicia, el sin darse cuenta de lo que su pasión era o ambicionaba, iban viviendo sin alterar en nada sus costumbres de niños. La monstruosa fealdad de el y la equivocada creencia en su falso idiotismo, eran el velo con que Angelina cubría sus tentadores abandonos, y la oscuridad en que quedaban veladas sus formas, por uno u otro motivo, descubiertas.
Un día llegó, sin embargo, en qeu alguno muy poderoso brillo en las pupilas de Julian. Un día en que su pasión también disimulada, grito tan alto, que fueron impotentes los diques que la inocencia y el engaño ponían a su pudor de doncella casta. La revelación se operó en un segundo, y las rosas que nunca la vergüenza había puesto en su semblante, quemaron sus mejillas, donde estuvieron largo tiempo mantenidas por el recuerdo de todas las que ella creyó impurezas, en el mismo instante tal vez, en que la pureza de su alma la había abandonado, para siempre.
Julian no fue desde ese día el pobre idiota, se convirtió para Angela en cruel pesadilla, en inevitable tortura y perdurable remordimiento.

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Angelina
Исторические романыesta historia es de un escritor Hondureño llamado Carlos F. Gutiérrez