2. Tiempo y perdón

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Tim ha emprendido una búsqueda para rescatar a la princesa.

Ha sido secuestrada por un monstruo terrible y malvado.

Sucedió porque Tim cometió un error.

No sólo uno. Cometió muchos errores mientras estuvieron juntos, hace muchos años. Los recuerdos de su relación han devenido confusos, han cambiado por completo, salvo uno: la Princesa alejándose de él y su trenza azotándoles con desprecio.

Él sabe que ella intentó ser comprensiva. ¿Pero quién puede ignorar una mentira culpable, una puñalada trapera? Ese error cambiará la relación sin remedio, incluso si hemos aprendido de los errores y no los volveremos a repetir. Los ojos de la Princesa se estrecharon. Se volvió más distante.

Nuestro mundo, con sus reglas de casualidad, nos ha enseñado a no ser generosos: si perdonamos con facilidad, podemos acabar malheridos. Si hemos aprendido de un error, y gracias a eso somos mejores compañeros, ¿no deberían recompensarnos por lo aprendido, en lugar de castigarnos por nuestro error?

¿Y si nuestro mundo funcionara de otra manera? Supón que pudiéramos decirle: ¨No sentía lo que acabo de decir¨, y ella diría: ¨No importa, lo comprendo¨, y no se alejara, y la vida continuara con su curso como si nunca hubiéramos dicho esas cosas. Podríamos eliminar el daño y, aún así, aprender del error.

Tim y la Princesa descansan en el jardín del castillo, se ríen, ponen nombres a los pájaros de vivos colores. Se ocultan los errores el uno al otro, los guardan entre los pliegues del tiempo, a salvo.

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