4. Tiempo y lugar

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En una visita a casa de sus padres, para una comida festiva, Tim se sintió como si hubiese regresado a aquellos años pasados en los que vivía bajo su techo, oprimido por su insistencia en conservar extraños valores que para él carecían de significado. En aquellos tiempos las discusiones estallaban sobre las gotas de salsa derramadas en el mantel.

Para escapar, Tim paseó en el aire frío hacia la universidad a la que fue tras dejar la casa de sus padres. Mientras se alejaba de esa casa problemática, sintió cómo la vergüenza de la infancia se difuminaba en el pasado. Pero ahora se adentraba en todas las inseguridades que había sentido en la universidad, el pánico de caminar en la cuerda floja de la sociedad.

Tim solamente se sintió aliviado cuando terminó la visita, de vuelta a su hogar en el presente, e inmerso en el contraste: veía cuánto había mejorado desde aquellos días.

Esta mejora le acerca cada día más a la Princesa. Si existe -¡tiene que existir!- les transformará a él y a todo el mundo.

En su viaje sintió que cada lugar agita una emoción, y cada emoción trae un recuerdo: un momento y un lugar. ¿Por qué no podía encontrar a la Princesa, esa misma noche, simplemente vagando de lugar en lugar y atendiendo a sus sentimientos? Un reguero de sentimientos, de profunda emoción e inspiración, debía conducirle a ese castillo, en el futuro: rodeado por sus brazos, el olor de su perfume le llena de excitación, crea un momento tan intenso que puede recordarlo en el pasado.

Inmediatamente Tim salió por la puerta, a la mañana siguiente, hacia aquello que el nuevo día le tuviera reservado.

Sentía algo parecido al optimismo.

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