Encuentro

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La primera vez que Junior vio a Blas fue del otro lado de la calle, más específicamente en la casa del frente, entre cajas de mudanzas y las macetas mas feas que existían. Estaba sonriendo y jugando con un perro que parecía no tener ojos por todo el pelo que lo cubría, años después Junior aun sigue dudando se de verdad ve algo o solo se guía por el olfato.

La cosa es que el miró a Blas y como que algo en su interior hizo cosquillas, de esas que sentía cuando Javiera le preparaba una chocolatada y lo dejaba comer galletas a escondidas de todos, o como esa vez que fueron a un parque de diversiones y subirse a tantos juegos lo dejaron mareado, Junior decide que Blas se siente igual que subirse a una montaña rusa.

Pero el no entiende mucho más allá de ese sentimiento plano e inocente, tiene ocho años y todo se siente novedoso, descubrir nuevas cosas es su rutina diaria. Ese día descubre a Blas y lo que se instala en su pecho no tiene sentido hasta muchos años después, por el momento solo le dan ganas de sonreír cuando ve a ese chico de rulos jugar con su perrito, y capaz Junior quiere una mascota o un amigo nuevo, no está seguro.

Así que cruza la calle, mirando a los dos lados como le explicó Romeo, y se acerca de a poco, aun siente pudor al conocer nuevas personas y ese chico lo hace sentir raro, lo que genera que se avergüence más.

—La novia de mi tío también tiene un perrito como el tuyo—murmura jugando con sus manos.

Blas levanta la cabeza de golpe al sentir una vocecita a su lado, había estado tan entretenido jugando con el perro que ni notó la presencia de ese nene rubio que lo mira con las mejillas sonrojadas, él piensa que se parece a esos chicos que aparecen en las publicidades de comidas con una mamá que les prepara fideos o les da yogurt de frutillas.

—¿Sí? ¿Cómo se llama? —le da charla porque parece a punto de llorar o capaz es muy vergonzoso y Blas decide que no le gusta verlo así. Años después él va a seguir recordando la primera vez que vio a Junior porque cuando sonríe tiene hoyuelos y solo le basta segundos para adaptarse y volverse confianzudo, cosas que incluso de mayor jamás lo abandonan.

—Chanel —se ríe acercándose un poquito mas hasta estirar una de sus manos para acariciar al perro de Blas. —Se llama igual que el perfume que usa Siena, mi tío me dijo que a ella le gusta ese nombre y por eso no nos tenemos que reír —lo mira risueño, ahora tocando con total libertad al perrito que ha dejado de prestarle atención a Blas y se deja acariciar por las nuevas manos que demandan su atención, feliz de ser el foco de tantos mimos. —¿Y vos cómo te llamas? —su voz se vuelve graciosa mientras se agacha para poder mirar y hablar mejor al animal, Blas sonríe enternecido.

—El Coraje, y yo Blas —se acerca hasta quedar a su lado y le imita la pose, quedando a la misma altura.

—¿Cómo el perro del dibujito? —suena impresionado, sus ojos marrones se han abierto un poco mas y su boquita esta formando una "O". Blas se ríe, encantando con ese nene.

—Así es, igual que el del dibujito, aunque no se parecen mucho ¿Verdad? —bromea acariciando a Coraje que mueve la colita feliz de estar entre los dos.

—El novio de Alan se llamaba Blas, pero después tuvo otro que se llamaba Ángel, y ahora esta con Lisandro —murmura mas para si mismo, el rizado se ha perdido un poco en la charla, el chico parece cambiar mucho de tema.

—Mi abuelo se llamaba Blas —explica lo que su mamá le contó hace poco, le da cierto orgulloso y es por eso por lo que aprovecha cada oportunidad para contar el origen de su nombre.

El nene lo mira sonriendo, está a punto de decir algo cuando se oye una voz del otro lado de la calle. Un chico que debe tener la misma edad que Blas, cruza la calle con el ceño fruncido. Tiene una pelota bajo el brazo, una curita en la ceja izquierda y el rizado cree que lleva la remera al revés por la etiqueta que sobresale justo debajo de su cuello, pero no dice nada, se limita a mirarlo.

—¡Junior! Javiera está preocupada por vos ¿Por qué te vas sin avisar? —ahora esta junto a ellos, no mira a Blas, se concentra en el pequeño rubio que lo mira desafiante, escuchando la reprimenda.

—No grites, Dante, el tío te dijo que es de mala educación —lo señala con un dedo, de repente los roles han cambiado y el otro chico parece el menor de los dos.

Después de eso siguen peleándose, nombrando mas personas que Blas no conoce, él esta parado en medio de la tormenta que armaron esos dos chicos y no sabe qué hacer así que solo se queda en silencio con Coraje a su lado, que también parece escuchar todo el lio con suma atención.

Al final todo termina con Junior yéndose, con las lágrimas brotándole de los ojos y con Dante quieto mirando como puso al nene más chico. Parece nervioso cuando mira a Blas, es la primera vez que lo hace desde que llegó.

—¿Queres ir a jugar a la plaza que hay acá a la vuelta? —le sonríe y el rizado asiente, todavía un poco aturdido por toda la situación, su mente de diez años no procesa aun la fuerza que pueden tener esos hermanos cuando están juntos, y sigue sin entenderlos incluso cuando los años pasan y él los escucha pelear, reír, gritarse y todo el combo que resulta de tener a tres hermanos varones de amigos.

Y es en ese momento donde, sin darse cuenta, ha creado un vínculo con Dante, después de esa tarde pasan mucho tiempo juntos, resulta que no solo son vecinos, sino también compañeros en el colegio, lo que hace todo más divertido y fácil para Blas que acaba de mudarse.

Él se divierte mucho con Dante porque habla hasta por los codos, y en su casa tiene un salón donde pueden jugar a lo que sea sin que nadie los rete; aparte disfruta en secreto ver a Junior, que resultó ser el hermano menor de su amigo, y el cual siempre anda merodeando cerca de ellos. Blas piensa que es en lo único que no está de acuerdo con Dante porque no le gusta cuando echa al nene y no lo deja jugar a la play o la pelota, tiene ganas de gritarle que lo deje, porque él nota las lagrimitas que le iluminan los ojos a Junior cada vez que su hermano no lo deja estar cerca de los dos. Por lo que puede que en algunas ocasiones Blas le miente a su amigo que quiere agua o ir al baño, pero realmente sale en búsqueda de Junior para ver si aun llora o ya ha encontrado algo con lo cual entretenerse.

Una noche en su cama, piensa en su dia y se da cuenta que por primera vez desde que conoce a Dante, quiso golpearlo. Y todo por Junior, le molestó la manera en que su amigo lo empujó, diciéndole que vuelva al interior de la casa y que deje de molestar porque en el patio estaban ellos dos, Blas quería empujarlo y decirle que dejará que el menor se quedará, que no le molestaba en lo absoluto. Incluso a los diez años, Blas acepta que tiene una debilidad muy grande cuando se trata de un nene de cabello rubio y gran facilidad para llorar, es a esa edad cuando el rizado experimenta por primera vez un sentido de protección tan grande que solo lo confunde y le genera miles de preguntas. Antes de quedarse dormido decide que necesita hablar con su mamá, ella siempre le explica lo que él no entiende. 

Fragmentos de lo que somos || Blasnior ||Where stories live. Discover now