Crossover: Aquí y allá... entrelazados

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Habían quedado de verse en aquella cafetería nuevamente.

Yuuri le había tomado cierto recelo a dicho lugar parcialmente debido a Yusuke. En el fondo no tenía nada en su contra, pero sus recuerdos lo abrumaban de tal forma que se sentía menos frente a él. Habían pasado días y aún sentía ese vacío en su vida, ¿de verdad sus sentimientos eran reales? O todo era debido al corazón de Yusuke...

<<No!, Yo soy Yuuri, son mis sentimientos, nada ni nadie me maneja, lo que siento por Víctor es real, aunque él lo dude...>>

Por su parte, Víctor vivía con las mismas dudas. ¿De verdad Yuuri lo amaba? Pero... ¿era por su corazón o el de Yusuke?

—Víctor, tenemos que hablar de todo esto. No entiendo, ¿porque dudas de mis sentimientos? ¿Qué más debo hacer para que lo entiendas? Te he ofrecido todo de mí.

El albino bajó su mirada mientras escuchaba las tristes palabras del azabache. Percibir ese tono tan dolido y suplicante le estrujaba el corazón.

—Yuuri, estoy seguro de lo que siento por ti, se que ha sido poco tiempo, pero eres muy valioso para mí, sólo... sólo quiero que estés seguro de si en verdad...

— ¿Si en verdad soy yo? ¿O Yusuke?—cuestionó bruscamente el omega, y se hizo un nudo en la garganta del alfa.

Víctor tomó sus manos y lo miró a los ojos. La mueca de tristeza de Yuuri no se hizo esperar, realmente amaba a Víctor, a pesar de todo el sabía que era su destinado, podía sentirlo y estaba seguro que él también, pero ¿cuánto? ¿Cuánto tiempo estaría con esa estúpida creencia?

—Entiéndeme. Siento algo por ti, pero no quiero que pienses que sólo estoy contigo por eso.

—Eres tan jodidamente terco, Nikiforov

—Ja, ¿y tú no? Yuuri, te conozco. Dime, ¿podrás vivir con eso?

—Yo te seguiría sin dudar, no me importaría buscarte en cualquier parte de éste universo. Que seas mi destinado no va a cambiar por algo tan insignificante como eso.

El platinado suspiró resignado mientras el azabache hacía pucheros.

—Me pregunto si "él" tuvo que soportarte igual de testarudo, o en tu juventud eras más lindo—se quejó, y el mayor soltó una sonora carcajada ante el comentario.

—No lo sé, siempre he sido así. Sabes que soy lindo— dijo tomándolo por la barbilla y así acortando la distancia entre ambos.

El omega se sonrojó. Odiaba que tuviera razón, sí que era lindo, un poco cariñoso y algo romántico, pero era difícil sacar esos lados suyos y por lo visto no se daba cuenta de lo mucho que él necesitaba sentir eso.

—En definitiva, me hubiera encantado conocerte joven y lindo.

—Te arrepentirías, era como la diabetes andante.

— ¿Y qué te paso?

—La vida se encarga de hacerte madurar, eso es todo.

—La vida se encarga de hacerte madurar, eso es todo

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