6. Gray Thought.

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Ryan está mucho más confundido de lo que cree posible ante los acontecimientos de su vida desde esa noche, todavía tiene la escasa esperanza de que sea una muy mala pesadilla pero sabe que esta es la realidad una vez que está en la mansión, no, él no llamaría mansión a ese castillo que prácticamente abarcaría casi un estadio de fútbol americano, ósea ¿Quién viviría en una casa tan grande? Y él ni en sus más locos sueños podría imaginar toda la locura que parecía ser su vida en esos momentos.

—Ian, ¿Quieres ir a tu habitación? Preguntó el dueño de la casa.

—No-o se dónde está. Fue su sincera respuesta.

Los pensamientos iban muy rápido en su cabezas. Todo era muy rápido desde que había despertado. Era casi irreal.

—Yo te acompaño.

Así Félix tomó a Ryan y lo ayudó a subir las escaleras hasta que estuvieron en el piso superior. De allí Félix dirigió a Ryan sin mucho problema a una habitación enorme y lo recostó en la cama King con todo el cuidado de no mover o lastimarlo sin querer.

—¿Puedes recordar está habitación, o la mansión? La ilusión era palpable en su voz, la ilusión de tener a su mejor amigo de vuelta hizo mella en Ryan al ver a Félix e Ian como un reflejo de su amistad con Gael.

Sus ojos se humedecieron al pensar en su mejor amigo, en sus padres, en como lo han de estar buscando o si lo tienen por muerto. Los ojos se le llenaron de lágrimas, la importancia, la ira y el dolor nublaban su vista.

—Ian ¡Tranquilo!, estoy aquí.

El abrazo fue espontáneo y lo tomó desprevenido, hundió su rostro en la hendidura del cuello de Félix y lloró. Lloró por lo que parecían horas, gritó y golpeó el pecho de ese chico rubia con rabia e irá pura pero aún así no se apartó de su lado y solo lo acarició tratando de calamarlo sin decir nada. Cuando su respiración comenzaba a ser pausada Félix se apartó del abrazo pero sin soltarlo y miró a los ojos de su amigo, ahogó un gemido al ver esos ojos grises opacos, sin brillo, sin vida.

—Lo siento. —Se disculpó mientras volvía a recostarse—. Lo siento mucho, no soy Ian...

La verdad detrás de esas palabras taladraron la mente de Félix. «No soy Ian». ?Que querría decir aquello? Él mismo lo estaba viendo dormir después de llorar por mucho tiempo en sus brazos, ¿cómo una persona podría estar y no estar? Haciendo a un lado a Ryan se acomodó en la cama para poder descansar, no era un  problema dormir en la misma cama ya que ellos desde la primaria eran amigos.

Liam caminaba de manera tranquila en la sala mientras pensaba en todo lo que había pasado, su propia experiencia manejando una gran empresa de negocios trajo consigo una innata habilidad en descubrir mentiras o engaños y las palabras fueron tan honestas que lo lleno de  perturbación.

—Aquí está su café, señor.

—Gracias Agatha, eres muy amable.

—¿Cómo está Ian, señor? Pregunta ella mientras deja el café con un platillo de tostadas a un lado en la mesa.

—Bien, ahora mismo Félix está con él en su habitación. Respondió mientras agarraba su taza y tomaba su primer sorbo.

—Es tan bueno que se haya recuperado tan rápido.

—Lo es—, estuvo de acuerdo—. Pero de igual manera sufrió un gran trauma.

—¿El joven Ian estará bien? La preocupación era evidente en la voz de la mujer.

—Eso espero Agatha, eso espero.

Cuando Ryan volvió a despertar un brazo estaba sobre su brazo izquierdo y le provocaba una cierta molestia, mirando más fijamente pudo apreciar que Félix estaba plácidamente dormido junto a él y que al parecer entre sueños colocó su mano sobre su herida. Mirándolo fijamente no pudo despertarlo, era notorio que el chico no había dormido por mucho tiempo de la manera correcta, líneas negras marcaban bajo sus ojos las noches en velas que seguramente paso mientras velaba su sueño. «No, él cuidó el sueño de Ian». Apartando la mirada se fijó que más allá de Félix había una fotografía, en ella es posible apreciar a dos niños rubios de aproximadamente diez años lleno de tierra y muy sonrientes, no hacía falta ser un sueño descifrar que los niños eran Félix e Ian, el verdadero dueño de el cuerpo que Ryan estaba poseyendo.

¿Quién fui?©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora