≈ Capítulo 2 ≈

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—Pero ¿qué es esto?...es en serio Corey, ¿Por qué me pintaste?—dijo ella, señalando la puerta de mi armario que estaba pintada.

—Espera....creo haber visto otra pintura de ti— me dirigí donde las paredes.

—Es broma ¿cierto?, sabes que, mejor me voy — salió ella muy molesta.

Al parecer, no me había dado cuenta todo lo que había pintado, en realidad era como un cómic. Me quedo mirando la pared por un rato y veo que Emma estaba en la pintura y todo lo que le iba a pasar. Agarro mi celular y marco el número de Emma. Hasta que unos segundos me responde.

—Hola Corey, ¿me vas a seguir pintando? o vas a hacerme un retrato — me respondió en un tono burlón.

—Emma, por favor escúchame, ¿ves un auto negro?

—Sí, esta en la esquina detrás mío, ¿por qué?.

—Quiero que corras lo más rápido que puedas y no te detengas — le avisé para que se alejara de ese auto.

Colgué el celular y fui por mi bicicleta. Tenía que ayudar a mi amiga, así que me subí y pedaleé lo más rápido que pude.

Cuando estaba cerca ví que el auto se detuvo delante de Emma. En un instante, se abrió la puerta del conductor dejando ver a un hombre vestido de negro.

Le llamé a mi amiga, pero el hombre cerró su puerta y arrancó su auto. Llegué donde estaba ella, tiré mi bicicleta en el suelo y abracé a Emma, al parecer se quedó atónita por el susto, yo también me quedé así, ya que no entendía lo que acabo de ver en la pintura.

—¿Estás bien?— le pregunté para saber si estaba un poco mejor.

—Sí, pero ¿que es lo que acaba de pasar?.

No podía decírselo en este lugar, así que la llevé a mi casa y le expliqué lo que había visto.

—No puedo creerlo...espera, ¿no es la misma persona que estaba en el auto?— señaló aquel hombre que estaba en la pintura.

—Sí, creo que el hombre es Allan Miller — agarré el cómic y volteé la parte de atrás para comparar su foto con la imagen pintada —. Lo ves, los dos coinciden, tenemos que investigarlo.

Emma y yo decidimos investigar por internet de mi laptop para saber dónde vive Allan Miller. La dirección indicaba que era en la avenida Broadway.

—Mira, ésta es la casa y el estudio de Allan Miller — le señalé con mi dedo la pantalla — es idéntica a la de la pintura. Tenemos que ir a su casa.

—Corey, ¿en serio quieres ir a la casa de Allan Miller?, no te das cuenta que es la misma persona que estaba en el auto.

—Lo sé, pero debemos hacerlo, además, ya te olvidaste de lo que pasó.

suspira.— Está bien. Solo necesitamos saber que sucede después.

—Que tal si sigo pintando.

—¡Exacto!— me dijo.

—Ok...solo...necesito un pincel y pintura — Emma me pasó todo lo que le pedí —, pero no sé donde pintar.

—Las puertas de tu armario.

—No te diste cuenta que ya están pintadas.

—Me refiero del otro lado.

Entonces sacamos las puertas correderas de mi armario y empecé a pintar.

—¿Quieres que te deje solo un momento? — me habló Emma, pero yo no le hice caso ya que estaba muy concentrado — lo tomaré como un sí.

Escuché el sonido de sus pasos bajar las escaleras. Seguramente fue a distraerse un poco, mientras que yo sigo pintando. Al pasar unos minutos sentí que Emma estaba detrás mío.

—¿En serio pintaste tan rápido?

—Sí, creo…bueno en realidad no lo sé, yo solamente sigo los pinceles.

—Y ¿por qué sigo apareciendo en la pintura?— me preguntó.

—No solo apareces tú, también esta Allan Miller, lo ves — le enseño con mi pincel.

—¿Me quieres asustar,Corey?.

—No, claro que no, nunca lo haría.

—Y entonces ¿por qué me sigues pintando?— en su rostro se notaba decepción.

—Ya te dije, solamente pinto, no soy yo lo que me controla son los pinceles.

—Sabes que, mejor te dejo solo para que sigas pintando tu arte— me dijo ella, retrocediendo sus pasos hacia atrás —, ¡al saber que eres igual a Allan Miller!

—Emma sólo dejame termi...— le iba a hablar, pero ya se había ido.

Estaba muy molesto, sacudí mi brazo con fuerza hacia atrás donde tenía el pincel en mi mano, manchando la pintura donde aparecía Emma. Me di cuenta que el hombre (Allan Miller), estaba dentro de la casa.

—Emma....¡No!, ¡espera!— fui al primer piso para abrir la puerta principal y advertirle a mi amiga  —¡Emma!

Cuando la abrí totalmente Emma ya no estaba afuera y eso me hizo pensar que debía salvarla.

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