—Estamos en el corazón del bosque, John, no creo que debamos...
Pero John ya ha dejado de escuchar desde hace mucho los innecesarios consejos que Mary le da. Él sabe por instinto dónde se encuentra, y las leyendas que circulan por todo Chestleton sobre ese sitio no dejan más que la sensación de ardor en su garganta, aquel que se siente cuando das por primera vez un sorbo al vino seco de papá solo para demostrarles a los de la secundaria que eso y más eres capaz de soportar.
Con paso decidido y el estómago hecho un revoltijo, se acerca sin más a la reja custodia, la cual cede ante el primer forcejeo abriendo sus tétricos portones con un estruendoso rechinido. Los gritos de Mary se oyen lejanos, quedando sofocados por la respiración entrecortada que mantiene al avanzar. John no tiene miedo. John no cree en supersticiones. Él debe probarle a su mejor amiga que los fantasmas solo son metáforas que usamos para referirnos a la existencia trágica con la que día a día lidiamos cuando la culpa o la carencia nos mantienen bajo un yugo de tristeza parcial.
... o, tal vez, la silueta que vio asomada en los cristales empolvados quiso demostrarle que su concepto era un tanto romántico, muy ostentoso, y sin validez alguna ahora que se va internando en la penumbra solitaria donde cualquier señal de vitalidad parece vetada, donde continuar está fuera de lugar, siendo lo más adecuado rendirse y desfallecer a oscuras.
Un sendero empedrado le conduce hacia la entrada principal, de aire imponente, dejando en evidencia su madera de roble, pero poseyendo orgullosa ciertos rasguños que expresan forcejeos.
Hay hojarasca otoñal esparcida por doquier, y huellas frescas de lodo que indican a John: « mantente alerta ». Justo en el momento en que decide empujar la puerta para así liberarse de cualquier incertidumbre sobre lo que ahí habita, la alarma martillea en sus oídos, anunciando que llegará tarde si de una vez por todas no despierta.
Una noche más en la tierra de las pesadillas...
John se desespera.
***
Cinco minutos de retraso y el profesor de Etimologías le prohíbe la entrada al aula.
Desanimado debe averiguar en qué será bueno gastar sus dos horas de tiempo muerto, y Mary le observa desconcertada desde su lugar, con una mano alzada para pedir un turno y participar. En sus ojos, el mensaje es claro: « luces fatal, Watson ». John trata de sonreír, pero el simple hecho de perderse una clase le hace sucumbir, así que mejor da media vuelta con dirección a los sanitarios, pensando que un poco de agua en la cara quizá desvanezca la sensación de arena en sus párpados.Una vez estando ahí, contempla horrorizado su reflejo; es tan fascinante cómo un mes de insomnio puede darte el aspecto de haber sido creado por Tim Burton, desde los ojos saltones y los pómulos hundidos, hasta la palidez extrema, características anormales y no acordes a la personalidad y facciones que John siempre manejaba. Ahora comprendía la preocupación de su amiga, ahora comprendía por qué todo mundo (incluso gente que nunca en la vida había visto) le preguntaba si era contagioso lo que padecía.
¿Cómo era posible tanta destrucción sin desearlo? Francamente, no sabía.
—Solo es tu perspectiva— asegura el sujeto de al lado, que zambulle con fervor sus manos en el chorro de agua helada.
John frunce el entrecejo y farfulla algo así como "quién eres tú" o "de dónde te conozco". El extraño sonríe complacido como si hubiese estado deseando todo ese tiempo que John optara por una actitud castrosa y, con una voz aterciopelada, contesta:
—Siempre tan preocupado por protocolos banales, ¿no? — ríe por lo bajo mientras cierra con esmero el grifo— solo debes estar seguro de que te conozco de unos lustros para acá.
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«Falling Asleep...»
FanfictionJohn tiene pesadillas. John se siente confundido ante la aparición de un extraño en su vida, quien es un vampiro y busca seducirlo. - - - - Registrado en Safe Creative ©