Capítulo I

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— No puedo creer que hayamos vuelto a este cochambroso pueblo, Nik.

— Cálmate, hermanita — dije mientras avanzaba hacia el interior de la casa con mi habitual sonrisa. — Solo estaremos un tiempo.

— Es que no entiendo por qué hemos vuelto cuando todo nos iba bien en Nueva Orleans.

— Hemos vuelto por dejé unos asuntos a medias.

— Y esos asuntos no tendrán que ver, por casualidad, con cierta vampiresa rubia amiga de la réplica, ¿no, Nik?

Al escuchar esas palabras me acerqué a ella a la velocidad normal de un vampiro, es decir, una velocidad más que superior a la de los humanos, y la agarré por el cuello, apretando éste con fuerza.

— No te metas en mis asuntos, Rebekah — y dicho esto la tiré contra la pared más cercana. — Mejor vete con el camarero y no me molestes.

Entonces mi hermana se esfumó, pero pude escuchar algún que otro insulto dirigido hacia mí.

Ahora que ya estaba solo decidí ir al estudio. Tenía que trazar un plan acorde a los resultados que esperaba de este viaje de vuelta a Mystic Falls. Tras un par de horas ya tenía todo bien planeado. Lo primero era dar una fiesta. Todos debían saber que había vuelto a pueblo. Encargué a algunos de mis híbridos la tarea de hacer las invitaciones y de llevarlas a las casas de mis invitados, pero yo tenía que llevar la de ella. Por lo tanto cogí su invitación y fui directo a su casa, llamando al timbre al llegar a la puerta. Tuve que esperar un poco pero finalmente me abrieron la puerta, aunque no era ella quien me abría.

— Sheriff… Cuánto tiempo sin verla.

— ¿Klaus? Pensé que te habías marchado del pueblo para no volver. Mira que las cosas han estado más tranquilas desde que te fuiste.

— Oh, no se preocupe Sheriff. Solo vine a entregarle esto a Caroline — dije mientras le mostraba el sobre de la invitación. — Pero puede dárselo usted por mí.

Le di entonces la invitación a la Sheriff y me marché. Pero lo que nadie sabía era que previamente a llamar al timbre, había pasado antes por la habitación de Caroline para dejarle un vestido sobre su cama con una pequeña nota. Nada era imposible para mí, y menos entrar a una habitación por su respectiva ventana.

Tras aquella visita me puse en camino hacia el Mystic Grill. Unos tragos de Bourbon no me sentarían nada mal.

Al entrar fui hacia la barra y me senté en el primer sitio libre que vi. No obstante, tampoco es que el local estuviese demasiado lleno. Nunca estaba lleno del todo.

— Una botella de Bourbon — pedí.

Una camarera, aparentemente nueva en el trabajo, me dio un vaso y la botella que había pedido, sonriéndome como una idiota. Que ilusa. Ni se imaginaba que sería mi primer bocado del día. Pero aquello tendría que esperar, porque cuando me fijé  bien en la gente de mi alrededor, pude ver que a mi lado se encontraba uno de los Salvatore. Concretamente Stefan. Mi buen amigo. El Destripador.

— Stefan Salvatore. A pesar de mi ausencia durante algunos meses en este pueblo sé que es raro verte ahí sentado. Normalmente es Damon el que se dedica a beber aquí en el Grill.

— ¿Klaus? ¿Qué haces tú aquí de nuevo? Se suponía que no volverías más. Que te ibas para siempre.

— Bueno, resulta que dejé unos asuntos a medias, por lo que tuve que volver. ¿Qué me he perdido durante este tiempo, Destripador?

— Lo primero, no soy ningún Destripador. Al menos ya no. He vuelto a ser el de antes. El buen Stefan. Y lo segundo, búscate a otro que te ponga al día — me dijo mientras pagaba su cuenta y se levantaba para marcharse.

Vaya, por lo que parecía todos se habían vuelto unos sosos en mi ausencia. Pero eso iba a cambiar esa misma noche.

Pude ver como la camarera que me había atendido se marcaba al almacén así que la seguí. Me acerqué a ella por la espalda, haciendo después que me mirase fijamente a los ojos.

— No grites, amor. Y tampoco trates de huir — dije mientras la obligaba a obedecerme con mis poderes.

Una vez se quedó totalmente en silencio y tranquila clavé mis colmillos en su cuello, alimentándome de ella hasta acabar con su vida. Dejé caer el cuerpo al suelo y me marché del Grill rumbo a mi casa. Tenía que ponerme con los preparativos de la grandiosa fiesta que iba a dar. Aquella noche volvería a ser la pesadilla de todos, de eso estaba seguro.

Your last love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora