Ahí se encontraba, sentado en aquel salón de música tocando el piano color marrón, transmitiendo los más peores sentimientos que alguna vez había llegado a escuchar.
Y ahí estaba yo, viéndolo desde la lejanía, detrás de aquella habitación, escuchando aquellos sentimientos que me hacen un nudo en la garganta, nublando mi vista y ardiéndome los ojos, luchando para que esas lagrimas no salgan a la luz.
Sin darme cuenta y sin poder evitarlo, un sollozo apenas audible sale de mi, interrumpiendo la melodía de golpe con un estruendo de las teclas siendo presionadas fuertemente.
Me escondo rápidamente detrás de la puerta, quería salir corriendo de allí para que no me descubriera, pero mis pies no hacían caso a lo que mi mente ordenaba.
Escucho la puerta abrirse de golpe haciendo que pierda el equilibrio lo que provoca que caiga de espaldas al piso ya que me encontraba recargada en la misma.
Aún en shock y sin levantarme del piso observo con temor a aquel chico que me mira fijamente a los ojos, intimidante.
Para mi sorpresa extiende su mano, yo dudando la tomé y de un tirón me levanta del piso causando que choque con su pecho.
Me separo un poco de él observándolo, perdiéndome en aquellos ojos para luego observar aquellos labios rojizos. Trago grueso al darme cuenta que observaba sus labios.
—¿Por qué siempre observas detrás de aquella puerta?— Pregunta con voz gruesa y ronca, demasiado sexy para mi cuerpo que reacciona temblado.
—Porque me encanta escucharte— Digo directamente, causando que él sonría.
—¿Escuchándome o viéndome?— Pregunta con una sonrisa picara. No me había dado cuenta que nuestros labios estaban a punto de chocar.
—Tal vez ambas— Susurro mirando sus labios.
Antes de darme cuenta ambos ya nos encontrábamos besándonos.
Un beso donde transmitía aquellos sentimientos de cuando él tocaba el piano.
Después de unos largos minutos finalmente rompemos aquel beso.
—Siempre quise hacer esto— dice sonriéndome.
Escucho nuevamente aquella melodía, pero un sentimiento de angustia me llenó, no era la misma melodía que él tocaba, en esta no había tristeza, había felicidad.
Me acerco a la puerta y la abro cuidadosamente, detrás de aquella se encontraba otro chico de tez pálida.
Con miedo me acerco y llamo su atención, él deja de tocar el piano marrón y me observa. Me observa como si me conociera desde siempre.
Se levanta y me entrega un sobre sin expresión alguna, me hace un ademán para que lo abriera y hago caso, encontrándome con una carta.
"Lo siento, en serio. Me hubiera gustado quedarme contigo, pero al parecer mi tiempo en el mundo de los humanos llego a su fin.
Tal vez no me creas pero me gustaría decirte esto...
Soy un ángel que vino a la tierra con la misión de hacer feliz a una chica que se esconde en las sombras.
Ayer al parecer la encontré y al besarnos mi tiempo terminó y regresé al cielo, con la misión completa.
Siempre te observaba, desde las sombras y sin darme cuenta caía enamorado de ti. Pero nunca nos volveremos a ver y mi misión ahora es que seas feliz con alguien que no sea yo.
Min Yoon Gi es la persona con quien serás feliz, sí, aquel chico que te entregó esto. Para que no me extrañes, en 10 minutos los recuerdos que tengas de mi, desaparecerán de tu mente.
Te amo
Att: Jeon Jungkook."
Aquel chico me abraza fuertemente cuando lagrimas comienzan a caer de mi rostro, segundos después caigo en un gran llanto.
Siento como aquel chico de tez pálida me da un beso en la frente, confundida volteo a ver a su rostro.
Este me sonríe, haciendo que me pierda en aquella mirada hermosa.
Fue entonces cuando me pregunto "¿Por qué lloraba?"
Enfin, eso es todo amiguitos.