Encantador y Mortal

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Eso solo podía ser un sueño

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Eso solo podía ser un sueño. Un perfecto e intenso sueño por el cual Ike olvidaría la vida mundana que dejaba atrás a cada paso que daba para quedarse ahí mismo, porque obviamente pertenecía a ese mundo y ya debería dejar de fingir que tenía alguna pizca de sencillez y capacidad mundana. Porque no quería ser normal si eso lo alejaba de ese perfecto sueño. La figura frente a él era una maldición, un milagro, una ilusión, la quimera y condenación que había estado fantaseando por años; increíblemente perfecta en cada sentido, con el poder de enredarse en su mente y liberarlo de cualquier cadena y freno que se había puesto ante la absurda costumbre de pertenecer y encajar. Una sonrisa se formó en sus labios al percatarse que estaba dispuesto a ir ahí donde esa persona deseara ir, se entregaría a esa criatura letal capaz de cumplir cualquiera de sus fantasías, sin importar que tan bizarras pudiesen ser. Él pertenecía a esa locura fúnebre y trastornada.

Sus oídos solo captaban el perfecto golpeteo de tacones frente a él, esos botines se cerraban en los finos tobillos con exquisitez y los gruesos tacones flagelaban el suelo en cada paso. Las medias subían largamente por esas piernas torneadas que deberían estar todo el tiempo entorno a sus caderas, enganchadas a su cintura y clavándole los talones en su espalda. Las medias le quitaban el aliento, negras, gruesas, subiendo hasta la mitad de los muslos de porcelana y por atrás tenían cintas moradas que se cruzaban en zigzag y terminando en la parte superior con un perfecto lazo de regalo. Sus ojos seguían el ritmo de la cortísima falda de volantes negra y gris, similar a cientos de encajes que emulaban alas de mariposas entrelazada que ocultaban las ligas moradas que se enganchaban a las medias y se escondían por dentro de esa falda que se movía dándoles infinidad de ideas estremecedoras.

Olas de mar.

Velas al viento.

Humo danzante.

Espuma ascendente.

Neblina espesa.

Cortinas mortuorias.

Tantas analogías que esa falda excitaba en él, porque se levantaban entorno a la curva del apretado trasero y de esas pequeñas caderas para luego difuminarse en tan poco espacio. El fino torso estaba cubierto con una prenda negra que cubría el cuello, pero exponía los brazos blanquecinos y se ajustaba al pecho y espalda, como pintura pétrea sobre el delgado cuerpo. Por encima, un corsé de cuero morado entornaba la cintura y vientre, bien ajustado, reafirmando más el delgado talle, manteniendo la espalda firme, resaltando la curvatura del trasero que tanto lo volvía loco. Y sabía que había más lazos y cuerdas por delante de ese corsé, más adornos entorno a su perfecto regalo. Piel de porcelana brillando bajo las luces de las farolas, cabello negro en un corte hasta la base del cuello y con las puntas hacia adentro. Uñas moradas, anillos negros, pulseras de cuero, aretes pequeños, sobre los lóbulos finos, como gotas de cielo nocturno. Tan andrógina criatura guiaba la marcha de sus fantasías sin mirarlo. El perfecto regalo que asechaba para robarlo y tomar como suyo.

Encantador y Mortal «South Park» [Fike]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora