Los guardias comenzaron a movilizarse con rapidez, rodeando al famoso chef, Kim Seokjin, interponiéndose entre él y las fans que se abalanzaban continuamente, intentando rozar desesperadamente la tela de su sudadera con la punta de los dedos.
Uno de los agentes se situó junto a mi, apremiándome a seguir a los demás para que no me quedara atrás.Los ojos de Jin se cruzaron con los míos durante unas milésimas de segundo. No vi ninguna reacción en su rostro, continuó serio, inexpresivo. No se acordaba de mi.
Mis pies se clavaron en el suelo y un vacío desolador atravesó mi pecho. En cuanto lo vi, tuve la pequeña esperanza de que volvería a ser todo como antes; que podría llamarle Jin-oppa, que revolvería mi flequillo con ternura cada vez que se cruzara conmigo o que me contaría chistes horribles cuando viera un mínimo reflejo de tristeza en mi rostro. Pero supongo que eso quedó en el pasado; tendré que llamarle Señor Kim y atender todas sus necesidades desde el ámbito profesional y laboral. Solo profesional y laboral.
A pocos metros de la escalera que subía de nuevo a la avenida, una mano se enredó entre el pelo de mi coleta alta, tirando de esta con un movimiento seco.
— ¡Zorra! —oigo como grita a mi costado mi agresora con un chillido desgarrador.
Más guardias empiezan a rodearme y un par de ellos apoyan su mano en mi estrecha espalda para empujarme hacia la salida.
— Cuidado con las sasaeng. —susurra el guarda detrás de mi.
El viento choca contra mi cara y azota mi pelo despeinándome levemente. Por fin podía respirar. Parecía como si hubiera estado aguantando la respiración todo el tiempo mientras esperaba en aquella parada de tren.
Unas cuantas furgonetas negras se disponían en fila ante nosotros. Kim Seokjin subió rápidamente en la primera mientras varios flashes de cámaras se iluminaban a sus espaldas. El resto; los guardias, agentes, el staff y yo, nos montamos en otras exactamente iguales, siguiéndole a pocos metros de distancia a través de las carreteras de Berlín.
— Tienes que estar pendiente del señor Kim en todo momento. Como ya sabrás, no entiende nada de alemán. —me explicaba un chico sentado a mi lado— Ahora vamos hacia el hotel, allí te darán una habitación para estos días y tendrás que ayudarle a redactar unos papeles, según tengo entendido.
— ¿No puedo dormir en mi casa? —inquiero mirando al chico que, según lo que había oído, era el manager del señor Kim.
— Siento tener que decirte que no. —dice con una sonrisa lastimera. No parecía ser mucho más mayor que yo, incluso podría tener mi edad. Pero el trabajo le estaba pasando factura y por las ojeras debajo de sus ojos pude deducir que estaba realmente agotado. No tiene que ser fácil ocuparse y administrar todos y cada uno de los asuntos de alguien tan importante con el señor Kim— Necesito que estes disponible en cualquier momento.
— Está bien. —digo inclinando la cabeza, alzando levemente la comisura de mis labios, intentando quitarle hierro al asunto. No quería causarle más quebraderos de cabeza.
Tras unos minutos en los que nuestra furgoneta se mantuvo en completo silencio, oyendo solamente el ronroneo del motor y el traqueteo de las ruedas bajo nuestros pies, llegamos hasta la puerta del hotel. Afortunadamente, no había tantas chicas como en la estación de tren y los guardias se pudieron hacer cargo de ellas rápidamente. El manager abrió la puerta corredera y la sujetó gentilmente hasta que todos bajamos.
De soslayo, pude ver la silueta de Jin... del señor Kim, esperando en la recepción del hotel. Se había quitado el cubrebocas y sonría ampliamente junto a uno de los agentes, dándole leves golpes en la espalda. Por lo menos pude comprobar que su peculiar forma de reírse no había desaparecido.
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Wind [Kim Seokjin]
Fanfiction|| Me gusta el viento. No sé por qué, pero cuando camino contra el viento parece que me borra cosas. Quiero decir: cosas que quiero borrar. || ~Mario Benedetti ...