Sólo sigo órdenes (Miriam y Kamikaze)

7 0 0
                                    

Abro los ojos después de la explosión. Por suerte, logré esconderme tras un coche y protegerme, aunque tampoco he salido ilesa. Me levanto, pero un dolor desgarrador en mi pierna derecha me hace caer de nuevo: me alcanzó un poco de metralla. Está sangrando. Me quito uno de mis largos guantes negros para usarlo como venda. Lo curaré en cuanto pueda.

Me aguanto en el coche para ayudarme a levantarme de nuevo. Todo lo que veo es... horroroso, lamentable... mis hombres, todos ellos... han caido. No han tenido la misma suerte que yo. La bomba los alcanzó. Unos han muerto, y otros se retuercen por el suelo, esperando el mismo final. ¿Cómo hemos podido llegar a esto? No lo sé. Supongo que todos hemos estado ciegos. Sólo seguimos órdenes de nuestro superior, sin rechistar... sin sentir. Pero, ¿para qué? ¿Para qué quiero yo sentir? Sólo me hace más daño. La vida fue muy cruel conmigo, y lo único que puedo hacer ahora es huir de mi pasado... de mi familia... de mis sentimientos.

Busco esperanzada una de mis Poké Balls en mi bolsillo, pero está vacío. Debieron haberse caido antes. Pero ahora no puedo dedicarme a buscarlas, es demasiado peligroso. Si consigo hacer creer a nuestros enemigos que estoy muerta, tal vez dejen de atacar y no se molesten en buscarme.

Intento caminar, o mejor dicho, arrastrarme en dirección a una de las casas ya deshabitadas de la ciudad. Si no me equivoco, era Luminalia, la ciudad central de esta región, ahora en guerra, entre dos organizaciones con el mismo propósito: dominar el mundo. Hacerse con los Pokémon. Someter a las personas. ¿Qué clase de futuro nos espera? No lo sé, pero tampoco quiero saberlo. A mi eso no me importa. Como dije antes, sólo sigo órdenes.

Una vez dentro de la casa, me dirijo al baño, en busca de un botiquín con agua oxigenada o algo para evitar que mi herida se infecte y termine por incapacitarme para seguir luchando. Por suerte, logro encontrar lo que busco, aunque la botella está prácticamente vacía. Me siento en el suelo y retiro el guante que cubre la herida. Con unas pinzas, logro retirar gran parte de la metralla incrustada en la pierna, para luego bañarla poco a poco con el agua oxigenada. Intento no gemir demasiado fuerte: realmente escuece mucho. Estoy acostumbrada a curar mis heridas de esta forma, pero el agua oxigenada es agua oxigenada, y siempre va a escocer igual, por mucho que te acostumbres.

Entonces, me encuentro con lo más inesperado en estos momentos: una niña se encuentra de pie, frente a la puerta, mirándome. Tiene el pelo realmente corto, pero dos largos mechones salen de cada lado de su cabeza y llegan hasta sus rodillas. En cambio, sus ojos son color miel... o almenos uno de ellos. El otro está cerrado, por culpa de una cicatriz. No parece ser reciente, pero está claro que no le permite abrirlo.

Estoy a punto de preguntarle quien es, pero sale corriendo antes de que pueda abrir la boca. ¿Vivirá aquí? No pasa ni un minuto antes de que vuelva a aparecer, con algo en las manos. Se acerca a mi, y se sienta sobre sus rodillas, para luego exterderme uno de esos bollos que lleva consigo. Me quedo mirándolo unos segundos antes de aceptarlo, y abrirlo con todas mis ganas para darle un gran mordisco. No es nada más que un simple panecillo de leche, pero a estas alturas, después de llevar tantos días sin probar bocado, todo sabe a gloria.

Ella sonrie, y también da un mordisco a otro pan que traía en la mano. Me quedo mirándola un rato mientras come, sin que se de cuenta. No parece temerme, a pesar de que soy la agente con más alto rango en el Team Rocket, uno de los equipos causantes de esta guerra. Es extraño.

-¿Qué estas haciendo aquí?-le pregunto, para romper el silencio-¿Estás sola?

Ella sólo responde asintiendo con la cabeza, para luego dar el último mordisco a su pan de leche.

-¿Cómo te llamas?-cuando hago esa pregunta, me mira algo confusa. Entonces se levanta y sale corriendo de nuevo, para luego volver con una libreta y unos lápices, que usa para escribir algo.

"HAY QUIEN ME LLAMA KAMIKAZE"

-Oh, está bien, Kamikaze...

"TENGO 10 AÑOS"

"¿Y TÚ?"

Para cada frase, utiliza una hoja distinta. Por suerte, la libreta parece ser casi nueva.

-Mi nombre es Miriam. Tengo diecisiete pero el doce de Abril cumpliré dieciocho-le digo, e intento contar cuanto falta para entonces.

"MAÑANA"

Se adelanta.

-Sí... mañana.

"¿ERES DE LOS MALOS?"

No respondo, por lo que ella da por hecho que lo soy.

"¿POR QUÉ?"

Me llega una pregunta completamente inesperada. ¿Por qué? Es cierto, ¿por qué soy una de ellos? ¿Qué hago aquí? ¿Cómo he llegado a esto?

-No lo sé-respondo, mirando mi pierna-. No lo sé. Supongo que... la vida fue muy cruel conmigo y... bueno, no me quedaba otra cosa que esto... pero yo nunca quise acabar así.

"NO PARECES DE LOS MALOS"

"ERES MUY BONITA"

-Vaya... gracias-digo, algo sorprendida. Hacía mucho que nadie me decía algo así-. Tú también. Pero que sea o no bonita no significa que no sea mala.

"PERO TE PORTAS BIEN CONMIGO"

Me callo de nuevo. No quiero seguir con esta conversación. Me termino de comer el pan de leche e intento levantarme para mirar por la ventana. Esa maldita organización... la Organización Pokémon... se dedica a buscar supervivientes de la bomba, y a terminar con ellos. No. No están buscando supervivientes... me buscan a mí. Se han dado cuenta de que he escapado.

Kamikaze me coge del brazo y me guía por la casa en dirección a una habitación. Yo, aún cojeando llego hasta la cama, donde me siento. Ninguna dice nada. Entonces, el Sol empieza a esconderse, poco a poco, y cae la noche.

Me despierto al día siguiente. Recuerdo lo que ocurrió ayer... nos atacaron con una bomba inesperada, y cayeron todos los reclutas que venían conmigo. Sólo yo sobreviví, y entré en una casa... dode conocí a una niña.

Busco a Kamikaze con la mirada por toda la habitación, pero no hay ni rastro. Me levanto, esperando sentir un intenso dolor en la pierna, pero nunca llega. Retiro las vendas que me puse ayer y me encuentro una gran sorpresa: está curada. Está perfecta, aún mejor que antes de herirme.

Fijo mi mirada en la mesita de noche: ahí está la libreta que Kamikaze utilizaba para comunicarse conmigo. Hay algo escrito:

"12 DE ABRIL. FELICIDADES. RECUERDA QUE AL ÚNICO QUE HAS DE OBEDECER ES A TU CORAZÓN"

Corro por toda la casa, en busca de la niña, pero no la encuentro. ¿No se le habrá ocurrido salir fuera en estas condiciones? Salgo de la casa todo lo rápido que puedo, y lo que veo me deja aún más sorprendida. No hay muertos. Ni lugares en ruinas. No. La ciudad está tan viva como siempre, y el Sol brilla más que nunca. Es como si la guerra nunca hubiese ocurrido... no sé por qué, pero algo me hace pensar que ha sido obra suya.

FIN

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 29, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

HDMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora