IV

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Rama reunió a los otros sabios y se sentaron alrededor de una pequeña mesa ratona. Los otros dos lo miraron con expectación, ya que cuando el hombre los convocó no pudo ocultar la emoción que lo poseía.

—Ya les adelanté que tuve un presagio —dijo para ganar tiempo, intentando unir lo que diría en su mente—. Bueno, vi algo muy... oportuno.

—Decílo de una vez... —pidió el sabio mayor con ansiedad.

—Bien. ¿Si en realidad no estamos en un búnker? —cuestionó, sembrando la duda en los otros hombres—. ¿Si estamos en una nave y nos mandaron a algún planeta lejano?

Esto último provocó que sus acompañantes estallaran en carcajadas hasta las lágrimas. El sabio menor negó con la cabeza cuando consiguió calmarse.

—¿En serio, Ramiro? Pensé que eras más inteligente. Es un completo disparate lo que estás diciendo, ¿no te diste cuenta? ¿Cómo van a ponernos en una nave, sin decirnos, y mandarnos al espacio exterior? ¡Imposible! —opinó—. ¿Usted qué dice, sabio mayor?

—Yo creo que el encierro te está volviendo loco. El presidente ya nos dijo que había una interferencia no identificada, seguramente eran terroristas. Debe haber una guerra afuera y por eso nos metieron acá, para nuestra protección. ¿Qué clase de presagio es ese? ¿Querés que te excluyamos de los Sabios? —respondió el interpelado.

—¡No, por favor! —contestó inmediatamente Ramiro, completamente avergonzado de lo que había dicho.

¡Era sabido que no iban a creerle! Ni el más grande sabio creería en la locura que presagió, nadie en su sano juicio pensaría que la estupidez que acababa de salir de sus labios fuera cierta. Frunció los labios hasta dejarlos en una línea recta, ¿cómo podía arreglar la situación? Resopló.

—Debo estar cansado —comentó, encogiéndose de hombros y dándose por vencido. Se levantó y se dirigió a la puerta—. Que descansen, espero que mañana sea un día mejor.

Sin esperar respuesta, fue a su cubículo. Su mujer e hijos ya estaban dormidos, así que se metió en la cama en silencio, pero no pudo conciliar el sueño en toda la noche.

En su mente no paraban de aparecer imágenes. El búnker flotando en el espacio, llegando a un planeta y siendo recibido por un grupo extraterrestre con buenas intenciones. ¿Por qué era tan difícil para los demás aceptar que no eran los únicos en el universo?

Pero si su presagio era cierto, ¿por qué no lo decía su gobernador? ¿Cuál era el motivo de la expulsión del planeta Tierra? ¡Tenía tantas preguntas en su cabeza! Se estaba convirtiendo en un demente, no podía pensar con claridad.

—¿Qué pasa, querido? —cuestionó su mujer al notar que Ramiro no paraba de dar vueltas en la cama. Él suspiró, había prometido contárselo y sentía que le iba a hacer bien que alguien creyera en él.

—Quizás te parezca un completo disparate, y estás en tu derecho si no me creés, pero... siento que no estamos en la Tierra.

Su esposa frunció el entrecejo y dio media vuelta.

Ni ella me cree, pensó Rama decepcionado.


Interferencia 3.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora