14. Alarma.

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Un rayo de luz impactó de lleno sobre la cara del pequeño cuando se giró sobre el colchón. Abrió los ojos lentamente, tratando de recordar como había acabado durmiendo en su cuarto en vez de con su primo.

Sonrió al recordarlo y se incorporó lentamente buscando a Agoney, pero la habitación estaba vacía.

Supuso que no se había ido, porque su móvil continuaba enchufado a la corriente y apoyado en la mesilla de noche.

Se tocó el hombro, que se le había quedado dolorido de dormir en una mala postura.

Decidió sacar los pies de la cama y calzarse sus zapatillas de estar por casa antes de ponerse en pie.

Se arrastró a sí mismo fuera de la habitación y se asomó a la de Sam, comprobando que el chico continuaba dormido y tranquilo.

Observó que entraba bastante luz por la ventana y decidió acercarse a bajarla para evitar que aquello le despertara. Aún necesitaba descansar.

Cerró la puerta de nuevo tras terminar y se encaminó escaleras abajo. Entró en la cocina observando como Agoney se peleaba con la cafetera y no pudo evitar reír bajito.

El mayor se giró al escuchar su risa y le pidió ayuda con la mirada, provocando que el pequeño se acercara para encender la vitrocerámica que él no había sido capaz de encender.

- Gracias... - murmuró bajito cuando le tenía al lado y, cuando Raoul sonrió en su dirección apartando la mano de la cafetera, alzó la voz un poco - ¿Qué tal has dormido?

- Bien... - se estiró despacio, andando hacia uno de los taburetes para dejarse caer en él.

- Me alegro, rubio. - comentó Agoney sentándose a su lado - ¿Te apetece desayunar algo?

Raoul se giró a mirar el reloj de pared y luego devolvió su mirada al mayor, alzando una de sus cejas.

- Es casi la una, Ago.

- Nunca es tarde para desayunar. - replicó con una sonrisa, acercando su mano a la cabeza del pequeño para apartarle el pelo de los ojos - ¿Que te apetece?

- Nada. - contestó, dejando caer la cabeza en la encimera con cuidado. Agoney iba a insistir cuando el pequeño volvió a hablar - No tengo hambre, Ago, en serio.

- Cómo quieras, Raoul. - suspiró derrotado y se levantó a apagar la vitrocerámica y apartar la cafetera del calor.

Volcó una gran cantidad de café en el interior de una taza y luego echó una gran cantidad de azúcar para que no supiera tan amargo.

- ¿Quieres un poco de café? - preguntó al pequeño, recibiendo una negativa.

Volvió a suspirar con resignación y se dejó caer en el taburete con su taza en la mano.

- ¿Cuándo vuelve Álvaro? - preguntó minutos más tarde, provocando que Raoul se incorporase para conversar con él.

- Esta tarde-noche, creo. - contestó, apoyando su mejilla en una de sus manos para mirar al canario - Ago... Si tienes algo que hacer, puedes irte tranquilo.

Agoney levantó una ceja y negó con la cabeza con una pequeña sonrisa.

- Raoul, cariño. - susurró, llevando su mano hacia la mejilla contraria para acariciarlo suavemente - ¿Crees que estoy aquí por obligación? Estoy aquí porque quiero, así que no, no quiero irme a ninguna parte.

- Vale. - aceptó el pequeño, cogiendo la mano contraria que se situaba en su cara con su mano libre y agarrándola con fuerza.

- Si quieres - ofreció Agoney con tono suave - podemos cocinar algo para comer hoy. Algo que le guste a Sam. Y le despertamos a la hora de comer para que, por lo menos, coma algo y podamos ver como está. ¿Que te parece?

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⏰ Last updated: Dec 09, 2018 ⏰

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Saliendo a la vida || RagoneyWhere stories live. Discover now