Jimin suspiró, arrimando su mochila a su espalda una vez más. La correa se estaba venciendo, se notaba, porque cada vez parecía quedarle más suelta.
Taehyung, a su lado, se echó a reír del chiste que él mismo había contado. Jimin tuvo que fingir que le escuchó, pese a que su mente se perdió en el pensamiento de la próxima semana.
Tenía tres examenes, debía entregar cinco proyectos y estaba de cumpleaños su madre.
Suspiró nuevamente, pensando que la vida era realmente una cosa sin sentido. ¿En qué momento decidió que estudiar ingeniería civil sería una buena idea? ¿Por qué se salió de artes escénicas?
—Mi familia —Susurró para sí mismo, encontrando la respuesta. Claro que había sido su familia. Llevaba dos años estudiando teatro y baile cuando le dijeron que no podían seguir pagándole la carrera, no había dinero para algo tan costoso y con tan poca ganancia.
Así que tuvo que batallar por conseguir una estúpida beca a los veinte años, quedando con la opción de estudiar psicología o ingeniería.
Él no iba a engañar a nadie. Era malísimo en ambas.
De hecho, Jimin creía que lo único que sabía hacer bien era bailar. Y ni siquiera, puesto que los estudios estaban quitándole todo su jodido tiempo libre. Hacía semanas que no subía al gimnasio del edificio por no tener la energía necesaria.
Al menos le faltaba sólo un año. Un año para terminar la carrera y trabajar el resto de su vida en algo que no le gustaría.
Era mejor que nada.
— ¿Vas a dejar de hablar solo? —Taehyung le golpeó con el codo mientras fruncía el ceño. Jimin miró hacia arriba, distrayéndose con el pelo rubio del chico. Lo tenía casi sobre los hombros, se le veía bien— Estoy contándote algo hace rato.
—Lo siento, es que no sé cómo mierda voy a sobrevivir la próxima semana —Dijo, pasando la tarjeta estudiantil por la máquina del trenvía. Taehyung tomó la pista a su lado y pagó, encaminándose a las vías del metrotren.
—Es viernes, amigo, hay que disfrutar de esto mientras podamos.
—Tae —Dijo, mirándole con extrañeza, diez centímetros por debajo. El chico siempre había sido muy relajado con la Universidad, para Jimin era un auténtico enigma el cómo no había reprobado ninguna materia— ¿Cuántos exámenes tienes?
—Cuatro y tres trabajos —Tae le dijo, encogiéndose de hombros mientras se acercaban a la línea— Pero hay tiempo.
— ¿Vamos a juntarnos a hacer el informe de Fluidos, no?
—Por supuesto, Jim.
—Bien —Suspiró, notando por el rabillo del ojo como un chico encapuchado de blanco se paraba a un lado de Taehyung. No le vió la cara, pero algo en su postura y en la forma en la que se detuvo allí expresamente resultaba extraño.
— ¿Estás estresado ya? —El chico rubio le tomó de una mano y le acarició la palma. Jimin se podría haber sentido incómodo por la muestra de afecto, de no ser porque llevaba cuatro años con este chico como compañero de carrera. Y de piso. Estaba acostumbrado— Vamos, hoy lleguemos a ver una película y a dormir bien. Mañana empezamos temprano por la mañana, ¿Vale?
—Sí, está bien.
El sonido del tren llegando le perforó los oídos. Sonó demasiado fuerte y rápido, como si el vagón no estuviera frenando a la velocidad indicada.
Jimin se echó hacia atrás, aún con la mano de Taehyung entrelazada con la suya. El chico le tomó del brazo y retrocedió un paso.
— ¿Qué mierda?
El vagón entró a toda velocidad a la estación, sacando chispas por todos lados. Jimin trató de echarse hacia atrás, pero toda la gente a su alrededor estaba empujando y corriendo hacia la salida de emergencias. Cuando iba a voltearse para salir corriendo en su dirección, su brazo aferrado a Taehyung fue jalado con la fuerza suficiente para desencajarle el hombro.
Pero no tuvo tiempo ni de gritar del dolor, porque su cuerpo cayó junto al del rubio sobre las vías del tren, medio segundo antes que el carro pasara sobre ellos e hiciera trizas cada uno de sus huesos.
La fecha de muerte de Park Jimin fue el viernes dieciséis de noviembre, a las siete y dos minutos de la tarde. En Seúl, a los veinticuatro años.
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Gunshot |KOOKMIN|
FanfictionCuando Jimin murió, esperaba verse rodeado de sus familiares que habían fallecido antes que él. O quizás Dios. Al menos esperaba encontrarse en un lugar agradable y relajante, se supone que morir implicaba eso. Jamás imaginó que cinco rostros de chi...