Día 2- Preparativos del viaje

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15 de Junio

Empezamos un poco mal, la resaca me está agujereando el cerebro, pero sarna con gusto no pica, así que la acepto sin más. Estoy tirada en mi cama con mi pijama de unicornio y desde aquí oigo a Kalea roncar como una osa en celo. En serio, debería ir al médico, porque eso no puede ser sano. Parece que está ahogándose y riéndose a la vez. Me levanto y voy hacia la cocina a preparar el desayuno, que en mi caso resultó en una aspirina, unas tostadas con mermelada de fresa y un zumo de naranja recién exprimido. Mientras estoy engulléndolo, Kalea aparece con las marcas de la sábana en la cara.

-¡Bueeeeeeeeenos días! ¿Qué tal has dor...? ¡¿ Y mi desayuno?!

Sonrío enseñando todos los dientes con la boca llena de pan y fresa.

-Pafa zi bo hay.

Se ríe y creo que me ha entendido, pero con la boca hasta arriba de comida es lo mejor que he podido comunicarme. Termina robándome una tostada y friego los trastos.

-Bueno, ve haciendo la maleta.

Levanta una ceja, extrañada.

-Pero si ayer dijiste que no íbamos a llevar nada...

-Ya lo sé, pero tengo ropa que me encanta y no pienso renunciar a ella, así que, si quieres llevar algo, puedes.

-Pues quiero llevar mis medias de gato, son imprescindibles. Y un pijama por lo menos. Y camisetas. Y pantalones. Y...

La interrumpo antes de que siga con una lista interminable de cosas que quiere llevar. En una maleta de tamaño mediano meto todo lo "necesario", más la documentación y los pasaportes. Mi agente inmobiliario ha encontrado una pareja de unos 30 años interesada en el piso y está haciendo negocios con ellos para conseguir que lo compren. Un mensaje suyo me informa de que nuestro piso ya tiene dueños nuevos y que tenemos unos 3 días para irnos, pero no necesitamos tanto, ya que tenemos pensado irnos mañana. En mi portátil busco unos billetes de avión con la fecha que queremos, pero sólo de ida. No sabemos cuánto tiempo vamos a estar allí, y aunque tenga mucho dinero, no lo malgasto. Termino comprando unos en primera clase, con salida el día 16 de Junio a las 17:45 horas. Se lo digo a Kalea, pero está demasiado ocupada intentando meter a presión todas las cosas que quiere llevar en la maleta como para escucharme. En ese momento se me ocurre una idea:

-Kalea, ¿y si escogemos un par de prendas que nos gusten demasiado como para dejarlas, las guardamos en uno de estos "trasteros" que salen en la tele, donde la gente guarda cosas? El resto lo podemos dar.

-...

Al ver que no me responde voy a ver qué está haciendo y la encuentro con los auriculares bailando mientras tira las cosas hechas una bola a la maleta. Se los desenchufo y la música inunda el piso. El único problema es que casi me agujerea los tímpanos de lo alta que está. Voy corriendo a apagarla y le repito lo que he dicho antes. Acepta y nos repartimos lo que hay que hacer. Cada una elige algo de lo que no puede desprenderse y me encargo de llevarlo a un trastero que he alquilado previamente. Ella lleva el resto de ropa a una organización benéfica. Como llego antes a casa, pongo mi música (a ella no le gusta, así que procuro ponerla cundo no está) y me dedico a limpiar la casa para que los nuevos dueños la encuentren bien. Cuando ya está reluciente cojo el móvil y navego un poco por internet para ver cómo van las acciones en las que invertí hace tiempo. Me alegra saber que hice bien, ya que estoy ganando dinero. En esto que llega Kalea y se tira en el suelo. No dice nada y me pica la curiosidad.

-Estás esperando a que te pregunte qué te pasa, ¿no?

-Puede ser.

Dejo escapar un suspiro y le pregunto:

-A ver, ¿qué te ha pasado?

Se levanta de un salto y corre hacia mí para dejarse caer a mi lado riéndose. Supongo que no ha pasado nada malo ni raro, porque si no estaría seria, pero no es el caso.

-Verás, estaba saliendo del coche y como tenía las manos llenas de cajas con ropa, no podía cerrar la puerta. Total, que la cierro con la cadera, y no calculé bien la fuerza o no sé qué pasó, pero me caí y las cajas salieron volando. La ropa no se ensució, antes de que lo preguntes. Lo que decía, estaba en el suelo y se me acerca un chico gua-pí-si-mo y tenemos un momento Wattpad, ya sabes, esa red para escribir que tanto me gusta. Me ayuda a levantarme y a recoger la ropa. Solo queda una camiseta en el suelo y vamos los dos a por ella, pero en vez de rozarnos las manos, nos chocamos con la cabeza. Empezó a reírse y nos quedamos hablando un rato. Y llega y me dice: "¿Tú no eres esa chica que sale todo el rato en la sección del periódico de economía?" le digo que sí y me suelta: "Me extraña que casi no nos hayamos visto en el trabajo, pero aquí sí jajaja." Me quedo con cara de pan sin saber qué decir, y aclara: "Soy James, el chico al que le llevabas los cafés cuando empezaste a trabajar", y me muero de vergüenza, porque él ha sido en algún momento mi jefe, y yo sin acordarme. Evidentemente, me disculpo, pero él resta importancia diciendo que ya no trabaja en la empresa y que no tendría por qué recordarle. Me cuenta un poco de su vida y me entero de que ha dejado de trabajar para poder pasar más tiempo con su hermana, que está en el hospital desde hace unos meses porque tiene episodios de dolores de cabeza muy fuertes que la impiden hacer nada y bla bla bla...

Kalea sigue hablando a toda velocidad, deteniéndose solo para coger aire y seguir parloteando. Como esta mujer habla por los codos, resumo lo que dijo:

James le ha dado su número para quedar de vez en cuando y ella ha hecho lo mismo, pero le ha dicho que nos vamos a Japón mañana y el pobrecito se ha quedado un poco decepcionado. Han acordado hablar por mensaje y verse cuando Kalea vuelva, pero ella no le ha dicho que eso puede suceder fácilmente en 9 meses.

Tras contarmetoda la historia, salimos a comer a un restaurante, ya que esta será la últimavez que comamos en Nueva York. Nos decidimos por el Hard Rock Café, ya que en Japónnos hartaremos de pescado y un buen chuletón nunca viene mal. Como de costumbre,los camareros se quedan mirando a Kalea con la boca abierta, ya que su melenapelirroja destaca dondequiera que vaya, y su risa escandalosa de morsa no esprecisamente discreta. Tras pagar la cuenta, damos un paseo por la ciudad. Por muchoque quiera alejarme, me cuesta pensar que no voy a volver en una larga temporada,así que intento memorizar todo lo que puedo. Regresamos al apartamento yrecogemos las maletas para ir a un hotel a dormir, debido a que el piso ya nonos pertenece. Tras una ultima mirada, cierro la puerta tras de mí, cerrandotambién un capítulo de mi vida.

Desde que me plantasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora