Día 0 - Cuando ese capullo huyó como el cobarde que es

13 7 10
                                    

13 de Junio

Si tuviera que describir este día en una sola palabra, sería MIERDA. Así, con mayúsculas. Todo comenzó como el mejor día de mi vida. Claro, se supone que cuando te vas a casar con la persona que amas estás feliz. Pero... ¿Y si todo se va al carajo?

Llevábamos 1 día aquí, en una isla privada del Caribe. Quedaba menos de media hora para la boda y yo no sabía qué hacer con mi vida. Los nervios me consumían, y que Kalea, mi mejor amiga y dama de honor, estuviera revoloteando a mi alrededor diciendo cosas como《Todo va a salir bien》o《¡¡No te preocupes!!》no ayudaba precisamente. Mientras me ayudaba a ponerme el vestido, yo no hacía más que morderme las uñas, cosa que nunca antes había hecho, pero que por los nervios empecé a hacer y me consiguió gritos diciéndome que me estaba saltando el esmalte. A decir verdad, estaba lo más guapa que he estado nunca. Tenía mi pelo color caramelo en un recogido bajo adornado con horquillas con diamantes y una tiara de rosas blancas a modo de corona. Kalea, al ser estilista, se había encargado de todo, desde el peinado hasta el maquillaje, pasando por la depilación (parte más odiada). Llevaba una sombra en tonos grises que resaltaba mis ojos azules como el mar Caribeño que teníamos a escasos metros. Un poco de colorete, máscara de pestañas sencilla pero espectacular y un tono rojo claro para mis labios. Al tener más de un pendiente por oreja hubo un dilema al escogerlos, pero al final decidí llevar simplemente los que me hicieron de pequeña. Una fina lágrima de diamante colgaba al final de un hilo de plata, creando así unos pendientes simples, aunque combinaban divinamente con el resto. Llevaba un collar que consistía en una cadena fina de plata de la que colgaba una lágrima idéntica a la de los pendientes, iban a juego. Los zapatos eran unas bailarinas blancas simples para que no tuviese dificultad a la hora de caminar por la arena. Y por último, el vestido. Eso ya son palabras mayores.

Era como salido de un sueño, perfecto para mí ya que se amoldaba perfectamente a mi cuerpo. Era un vestido ajustado hasta la cintura y de ahí se convertía en una falda ligera y vaporosa que llegaba hasta el suelo, formando una nube a mis pies. La parte de arriba tenía parte de la espalda al descubierto y un escote en forma de corazón con un poco de pedrería formando espirales que resaltaba mis atributos, pero no de forma desmesurada. El collar reposaba en mis clavículas, un poco por encima del borde del vestido.

Cuando me vi por primera vez en él, me sentí la mujer más hermosa sobre la faz de la tierra. Justo antes de casarme, ese sentimiento de multiplicó por diez. Pero... con unas palabras, la persona que se supone qie más me quería en esos momentos destruyó toda la confianza en mi misma y autoestima que tenía. Pero cada cosa a su tiempo, ahora voy a contar la "ceremonia"

Estaba con Kalea en la carpa de espera. Me dijeron que se llamaba así, pero yo lo habría descrito como la tienda de campaña bonita con dos puertas, una de entrada y otra de salida, de la que partía un camino de pétalos de rosas blancas esparcidos por la arena a modo de sendero. A ambos lados de dicho camino, había algunas sillas para los invitados. No muchos, gracias al infierno, porque habrían sido testigos del bochorno posterior. Al final de el senderito, había una tarima en la que me esperaba Josh junto con el cura. Yo soy agnóstica, pero si le hacía ilusión, a mi no me importaba. Empezó a sonar la marcha nupcial y salimos, Kalea llevándome del brazo, haciendo las veces de mi padre, que no fue invitado (ni mi madre) debido a nuestra mala relación. Llegamos al final del camino y se despide de mí con un beso en la mejilla para posicionarse en una esquina de la tarima. Me coloco enfrente de Josh, que se ve muy nervioso. Decido achacarlo a los nervios de la boda y me tranquilizo.

Tras toda la palabrería habitual en las bodas, llega la hora del Sí Quiero. Empieza él, si es que se puede decir eso, porque cuadró los hombros y dijo:

-No puedo.

Un murmullo recorre la zona de los invitados y veo que Kalea me dirije una mirada de preocupación.

-¿Qué?

-Mira Sarah, esta boda no puede celebrarse porque no sería justo para ninguno de los dos. Por mi parte te he estado engañando con Nina, y tú te mereces a alguien que te quiera sólo a tí. Adiós.

Tieme intención de acercarse a mi para despedirse, pero tal es mi decepción y desagrado que le empujo lejos de mí. Me lanza una mirada triste y se va. Así de simple.

Encierro todas mis emociones actuales en un rincón de mi corazón y, reuniendo todo el valor posible, les digo a los invitados:

-Lo siento, pero la boda queda cancelada.

Acto seguido, salgo corriendo con Kalea detrás hacia el sitio donde hace menos de una hora me estaba preparando para "el mejor día de mi vida". Me quito el vestido, dejándolo en la percha bien colgado. Guardo las joyas, me desmaquillo y me pongo la ropa con la que vine, unos vaqueros cortos y una blusa escotada quite ahora me parece vulgar. Me derrumbo y Kalea me sostiene mientras yo lloro.

-Vámonos por favor.

Ella asiente y pide un barco que nos lleve de vuelta a la civilización. Los invitados ya no me importan. Que se coman la tarta o lo que sea, a mí no me afecta. El camino de vuelta lo paso en el regazo de mi amiga, con la mirada vacía y decidida a no dejarme dañar nunca más en la vida.

Desde que me plantasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora