Incubo

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Aquella oscura noche en la helada Gótica. El pálido ser admiraba la luna ahogando un pesado suspiro, y sin que el frío le molestara realmente.

Era un día triste para aquel ser que parecía una escultura de Miguel Angel, que sin querer hacerlo, mostraba el dolor en sus ojos más que cualquier otra vez.

Y es porque justamente ese día, siglos atrás, cumplía una fecha importante con alguien.

Antes de que los recuerdos le invadieran, y el dolor igual, bajó a las calles a distraerse un poco. El jefe dejaba que no trabajara ese día en el año, y el incubo esta vez cambió su apariencia a una más humana sin perder claro, todas las miradas sobre él.

Entró a un autoservicio para comprar algo de beber, incluso los demonios podían fingir emborracharse y llorar culpando al alcohol de su dolor.

Pero las cosas salieron diferentes, el cincelado demonio tomaba un cartón de cervezas cuando alguien junto a él discutía con alguien menor al respecto de beber. Sólo que en vez de que el mayor de los recién llegados le dijera que estaba mal, insistía para que bebieran sin decirle a alguien llamado "Bruce".

Para el demonio le fue imposible no reír, una risa leve, si, pero que no pasó desapercibida por el mayor de los jóvenes, ya que el menor ahora caminaba a las papas fritas.

-¿Dije algo divertido? -Dijo este provocando que el incubo le mirara por fin, dejando de hacerlo, y mirándole con un ligero brillo en los ojos. El joven por su parte entrecerró ligeramente los ojos.

-No, lo siento, mi intención no era burlarme de ti, es solo que no sueles ver a alguien insistir a un menor para que beba

-Solo es para molestarlo -En cualquier otro momento, el joven y atractivo adolescente hubiera respondido mal, pero la belleza adonisiaca e irreal frente a él lo detenían.- Soy Jason Todd, ¿Y tú?

El demonio sonrió levemente estirando su mano hacia él y mirándolo como tenía siglos no veía a nadie.

-Dick Grayson, un placer -Los mismos siglos que no ocupaba aquel nombre.

-¿No nos conocemos de algún lado?

El hermoso incubo sonrió leve y negó. Dentro de él sabía que si, siglos antes había conocido un sacerdote idéntico a él, incluso en el nombre, una reencarnación era lo que tenía enfrente, y nadie podía negarle aquello, aquel que le enseñó lo que era amar y ser amado de la misma forma.

-No lo creo, jamás olvido caras tan lindas, sería un pecado, ¿No crees?

A diferencia de la anterior encarnación del joven Todd, este sonrió divertido por aquel comentario. El incubo sonrió por aquello.

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Les ama

-Alessi.

JayDick ThingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora