-¿Es verdad que aquí hay lobos?- La luz de la luna llena se reflejaba en las espadas de los dos guardias. Estos antes de dar un paso la alzaban, intentando intimidar al enemigo; en este caso la profunda oscuridad de la noche.-No digas bobadas, solo son cuentos. Aquí solo hay ciervos y ardillas.
Arrastraban sus largas capas con un ligero sonido mientras arrastraban la tierra y los restos de hojas rotas que dejaban sus botas de cuero. La noche era silenciosa, ambos podían escuchar la respiración del otro que empezaba a crear un ligero vaho.
-Richard, está empezando a helar. - Le comentó a su compañero mientras se refugiaba en su enorme capa.
-Lo sé, si empieza a hacer frío de verdad, volvemos. -Richard imitó a su compañero tapándose más con la capa.- Da igual la misión, prefiero un solo muerto antes que tres.
A medida que avanzaba la noche, el frío aumentaba. Richard y su compañero estaban el uno al lado del otro intentando darse calor y protegerse de lo que fuera que hubiera allí. La luna estaba en su punto más alto, bañando de luz blanca el pequeño sendero del bosque. Los árboles parecían gigantes que vigilaban a los pequeños intrusos atemorizados.
Hacía cada vez más frío llegando a un punto donde las hojas más bajas de los árboles empezaban a cubrirse de escarcha.
-No puedo más, me estoy helando de verdad. - Richard se quedó parado en medio del sendero sintiendo como el frío le cortaba los labios .
-Pero...la misión, es nuestro deber...- Dijo dudando.
-Mi primer deber es vivir.- Richard se dio la vuelta y volvió tras sus pasos.
Siguió a Richard. Después de unos minutos caminando de vuelta la oscuridad se hacia mas intensa. Parecía que la luna perdía su brillo. Caminaban de vuelta a casa en silencio siendo comidos cada vez más por el negro de la noche.
El silencio que les había acompañado durante todo el camino se rompió por un momento.
Un sonido que no era su respiración, lo único que había escuchado hasta ahora, quebró esa tranquilidad escalofriante. Algo rasgó el aire. Una saeta, un proyectil que rompió la tensión de la noche.
-Richard, ¿que ha sido eso?- Alzó todavía más la espada, intentado intimidar con su hierro a el creador del sonido.
-No lo sé, pero pienso averiguarlo.- Richard adelantó la espada en una posición de ataque. Richard se armó de valor y gritó:- ¿Quién anda ahí?
Ese sonido otra vez, pero más cerca.
Más amenazador.
Los guardias se apoyaron en la espalda del otro. Richard volvió a gritar: - Descúbrete ante la Guardia Real.
Otra vez ese ruido. Había algo en él que los estaba agobiando. Una sensación de carga sobre los hombros que no comprendían.
La oscuridad se disipó de repente. La noche volvió a ser clara. Iluminada. Pero ahi seguia esa sensación.
Una silueta negra estaba apoyada en un árbol, la sombra de una rama no dejaba distinguir su rostro. Los dos guardias se juntaron todavía más. Richard volvió a hablar, pero esta vez susurrando:
-¿Quién eres o qué eres?- La silueta avanzó,un solo paso, mostrando sus ojos.
Vieron sus ojos brillar.
Los dos hombres se quedaron completamente mudos, apenas pudiendo respirar. La silueta habló.
-¿Que quién soy, o qué soy? Interesante pregunta.- Era tan calmada que resultaba seductora. Miró hacia abajo mientras pensaba la respuesta. Cuando alzó los ojos ya tenía respuesta.- Lo último que vais a ver.
La tranquilidad de la noche se vio interrumpida por gritos de dolor, agonizantes, a lo lejos.
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Espada de piedra
FantasyLa Boda Real está muy cerca y todo el mundo está demasiado emocionado para prestar atención a lo malo. Pero esa cambia después de la llegada de la prometida del príncipe. Algo acecha la paz del reino y el futuro de la corona.