Ella nunca fue muy feliz... Ella reía, bailaba, y volvía a reír.
Ella nunca fue muy feliz... Vivía su infancia, como una mariposa gris.
Ella nunca fue muy feliz... Con silencio su inocencia echaba a dormir
Ella nunca fue muy feliz... Ella reía, bailaba, y volvía a reír.
Pero bajo el manto del quinto alba, todo estremeció.
La muerte no llegó, algo aún peor entró.
Gritos, gemidos, y más gritos.
Ella nunca alzo tan fuerte su voz.
Ellos armados llegaron, tirando la puerta abajo.
De mí... de mí solo abusaron y olvidaron.
Pero a ella... a ella se la llevaron.
¡Devuelvan a mi hija! ...Por favor...
¿Alguna vez te has enojado con Dios?
Los secretos del tiempo se revelan.
Ya nada importa. La vida solo pasa.
El retorno inesperado de ella, hace presencia
bajo un timbre sordo, de un hogar roto.
Un llanto débil me llama...
Sigo el silencio de las lágrimas
Ya nada importa. La vida solo pasa.
Los secretos del tiempo se revelan.
¿Alguna vez te has enojado con Dios?
Casi como los más extraordinarios cuentos de terror:
Ella... con una venda a la altura de sus ojos.
Una venda blanca, a la que los tintes rojos, pronto se acercaban.
Ella... con olor a sangre, con olor a rojo, con olor a nada.
Su inocencia despertó y marchó con ellos.
Detrás de aquella venda, no había mirada.
Ella... sin ojos, solo me abrazaba.
Al lado de su cuerpo temblando, una extraña caja se hallaba.
Pesada y negra, en su interior cientos de billetes verdes, contemplaban.
Billetes reales, como si de una broma se tratase.
Billetes reales, que bajo mis manos...
Uno por uno he quemado.
Billetes reales, que mi realidad destrozaron...
Y uno por uno he quemado.
