Dejar una casa cuando eres niño ya parece difícil, al mudarse, se pierden lugares y gente importante, se pierden olores vivos llenos de costumbres, aquellos que si vuelves a sentir te sacaran una sonrisa sincera y de autosuficiencia como la primera vez que le mostraste a tus padres quizás incluso a ti mismo que podías andar sin las rueditas traseras de la bicicleta azul que pediste con tanto esmero al gordo del traje rojo y las robustas botas de cuero.
Para la Familia Joku Nyanko es difícil abandonar la vieja casa, para Nigthmare sobre todo. El mayor está ordenando los libros con pesadez en la pieza que ahora estaba llena de cajas y la cama desarmada sin el colchón de los resortes asesinos que podrían causarte una severa escoliosis, ve las portadas y suspira nostálgicamente con cada libro de tapa dura.
Se recuerda en esa cama nuevamente, releyendo el libro gracias a la lámpara con diseño de gatos que su malvavisco compró en una rebaja frente a un loco compulsivo y coleccionador de estos, recuerda aquella dulce sonrisa mirarle mientras se acercaba suavemente después de ver la película que pasaban por la televisión, recuerda como los resortes sonaban como el peor terremoto del mundo grado 9.8 y le delataban el sigiloso acercamiento a su pareja, luego, el libro caía al suelo y una risilla seguida de una pesada queja daban paso a un mar de besos y caricias para terminar con un suave "Buenas noches amor".
—Todos mis libros pasaron por lo mismo, tonto. —sonríe viendo la parte posterior, una leve marca, una hendidura al caer al suelo por manos el menor.
Acomoda las cajas y las cierra fuertemente con la cinta adhesiva, se tira su cabello obscuro hacia atrás, el sudor escurre suavemente desde su frente.
Suspira vigorosamente mientras un cuadro queda por envolver, está él y un muchacho de ojos grises, lo toma y lo trata de meter casi con magia a la estúpida caja.
Ha terminado con su pieza, ve el baño y deja escapar otra alentadora risa de esas sinceras y suaves que a Ccino simplemente le volvían loco, pudo ver nuevamente la casa invadida en risas y el baño salpicado en agua como si en ese cuarto de baño se realizara diariamente algo parecido a una guerra entre seres diminutos. Nigthmare puede predecir exactamente lo que pasaría si ahora Ccino se encontrara en ese baño, seguramente pasaría a dejar una toalla que como siempre, el albino olvidó, esté le guiñaría el ojo y tomaría su micrófono improvisado con un envase de shampoo y comenzaría a cantar una humillante y patéticamente romántica canción de los años ochenta mezclándola con unas gracias por traerle aquel ridículo artículo decorado con huellas de gato, y, con algo de suerte, entre la pena del azabache, conseguirá jalarlo con ropa y todo a la ducha, el resto es historia, una confusa y llena de sonrojos.
El baño también está listo.
La madera cruje a sus pies en el delgado pasillo, esas estúpidas tablas con las que él y su amante se dieron los costalazos más épicos de los existentes en su vida, sí, aquellas maderas lo miraban con crueldad, definitivamente no las extrañaría, mueran tablas, mueran y ardan en el fuego del infierno, decía para sí mismo en una sonrisa malvada. Al avanzar puede verlo todo, los cuadros viejos descolgados en el suelo, los barcos que le gustaban a Nigthmare, las diferentes tazas que coleccionaba Ccino.
El treintañero de la casa ni quiso mirar el cuarto extra, ese que usaban de bodega, tuvo que meter con mucha fuerza las cosas dentro de las cajitas que ahora parecían diminutas, lo logró casi quedando con cojera, desgraciado cuarto, bueno, no podría culpar a su esposo, él tampoco ordenaba esa caja de Pandora, en su defensa, la vez que intentó hacerlo una avalancha de ropa y juguetes lo dejó atrapado por cinco horas, después, claro, apareció el menor riéndose como un loco, tampoco ayudaba el hecho de que Nigthmare tuviera un preservativo arcoíris extrañamente abierto pero sin usar en la cabeza, lo peor de todo, indudablemente… fue cuando Ccino hizo un globo con este mientras lo hacia rebotar contra la pared, eso fue totalmente mata pasiones.
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Nuevo hogar
Proză scurtăDejar una casa cuando eres niño ya parece difícil, al mudarse, se pierden lugares y gente importante, se pierden olores vivos llenos de costumbres, aquellos que si vuelves a sentir te sacaran una sonrisa sincera. Para la Familia Joku Nyanko es difí...