¿Has visto a este mago? II - Gryffindor

Capítulo 1

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NO LEER SI NO HAS TERMINADO "¿HAS VISTO A ESTE MAGO? I- Slytherin".

EL ÚLTIMO CAPÍTULO ES SÚPER IMPORTANTE
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Se sentía invisible entre tanta gente, lo que la calmaba y hacía que el nudo que se sentía en su estómago se aflojara un poco. La locomotora que la llevaría por última vez a Hogwarts parecía devolverle la mirada, soltando pequeñas nubes de humo. Se tomó unos instantes en el andén antes de subir al tren. No tenía a nadie que la despidiera, ni siquiera Cliff. El elfo le había llevado el baúl al hospital esa mañana y entre lágrimas, se despidió de ella, diciendo que Margaret le había prohibido terminantemente hacer nada más por Liz. Ella estrechó al pequeño elfo entre sus brazos y le dijo adiós antes de que se desapareciera. Una vez sola, se sintió más triste de lo que estaba desde la muerte de Alphard. Esos últimos días en San Mungo le había servido para reflexionar acerca de la urna en el Panteón Highmont. En lo que contenía. No sabía qué podría albergar en ella, que podría ser lo que no estaba preparada para tener, según aquellas voces. Antes de dormir jugaba a adivinar que abría dentro. Le ayudaba a conciliar el sueño.

Aquellos últimos días en el hospital habían sido tranquilos, lo que le ayudó a coger fuerzas para empezar el curso. Lily le había dejado varias notas, que ella había contestado de la manera más casual posible, intentandole hacer ver a la Gryffindor que estaba bien. Realmente estaba asombrada por la tozudez de Evans. Aún cuando Liz le había dicho que no necesitaba nada, que estaba bien, que necesitaba tiempo, ella seguía insistiendo en comunicarse con ella. Definitivamente, Liz no estaba acostumbrada a tantas atenciones.

Volvió a mirar a la locomotora y suspiró mientras se ponía el pelo detrás de la oreja. Necesitaba tener las manos ocupadas, ya fuera al juguetear con su pelo, rozar con la yema de los dedos el mango de la varita o tamborillear rítmicamente los dedos sobre el carrito donde llevaba el baúl. Finalmente, se decidió a subir al tren con la idea de dejarse caer en los cómodos asientos y entretenerse leyendo en soledad. Intentaría evitar cualquier contacto con sus compañeros y lo mejor sería subir al tren inmediatamente.

Comenzó a andar, pero alguien pasó por su lado chocando con su hombro.

—¡Ehhh!

Liz sacó la varita, antes de darse cuenta que era Len la que la había empujado. Ella se dio la vuelta y le mantuvo la mirada. Pero Liz se quedó en shock al verla. Estaba demacradísima: se le marcaban los pómulos, la ropa que llevaba se notaba que le estaba demasiado grande, tenía el pelo sin vida y el ceño fruncido. La miró de arriba abajo, con desprecio en sus ojos almendrados y se dio la vuelta para continuar su camino sin prestarle más atención.

"¿Está enferma?" se preguntó. En comparación con el curso anterior, estaba tremendamente desmejorada; no estaba bien entonces, Liz podía imaginarlo, pero ahora estaba mucho peor. Fuera lo que fuese, no era de su incumbencia. Habían dejado de ser amigas de verdad hace casi un año, desde que Liz comenzó a juntarse con los Gryffindor. Lo de después fue una farsa continua hasta que Brienne decidió condenarla al ostracismo.

—¡Liz! ¡Tenemos que hablar ya mismo!— Lily la estaba esperando en el tren, justo en la puerta. La agarró por la muñeca, sin darle tiempo a resistirse y la condujo a un compartimento en el que ya había algunos baúles.

—Lily...— comenzó ella.

—¡No! ¡Nada de Lily! —le replicó casi rugiendo como la leona que era, empujándola. Liz se dejó caer en el asiento dócilmente. Lily cerró los ojos, intentando calmarse. Pasados unos instantes en los que Liz ni siquiera se atrevió a moverse, abrió los ojos y le dijo calmadamente:— Hay algo que no puedes contar. Sé que es grave. Posiblemente más que el hecho que yo sea una sangre sucia y que mi familia y yo estemos en peligro sólo por no haber nacido magos. Pero quiero que sepas que quiero estar aquí contigo, a tu lado. Porque eres una persona leal y honesta, que se ha arriesgado por mí y por otros más veces de las que puedo recordar. Quiero que te abras a mi todo lo que estés dispuesta, porque soy tu amiga. De verdad. Y voy a estar aquí. Y no me voy a marchar bajo ningún concepto.