【 06 】

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Las cosas estaban comenzando a ponerse caóticas.

Empezando porque Harry no estaba del todo acostumbrado a residir dentro de un objeto inanimado. La sensación era como estar encerrado en un diminuto closet, con las piernas pegadas al pecho y los brazos presionados a tus costados.


Claustrofóbica, la sensación era claustrofóbica.

Ir por allí colgando del pecho del humano era toda una aventura. Una combinación de movimientos, conversaciones, temperaturas y latidos cardiacos hacían a Harry, vibrar dentro de su prisión de oro.

Pero ciertamente, la experiencia de vivir un día en la vida de un adolescente del siglo veintiuno era una odisea por si misma. Harry nunca se había sentido tan... anticuado.

Las conversaciones eran banales. Las interacciones, superficiales.

Louis se movía grácilmente, con la cadencia y el porte del más elegante príncipe, entre los pasillos de la que alguna vez fue su preparatoria. Pero ya no lo era más.
Al igual que él, aquella escuela que había llegado a amar y odiar en algún momento de su corta vida, había muerto y abierto paso a una versión más actual, más interesante de lo que había sido.

A medida que los pasos ligeros del ojiazul surcaban los pasillos, Harry se encontró envuelto en una experiencia de música y color; el sonido brotando de los auriculares de Louis no se asemejaba a nada que pudiese haber oído antes, mientras que su pecho, que encaraba primero a sus alrededores, le daba la vista más insólita.


Había chicos por todos lados con teléfonos de pantallas brillantes, con la capacidad de deslizarles los dedos por encima. Chicas de cabello plano y sin volumen, colores distintos a cualquier tipo de neón o brillantina que alguna vez fue la moda de su vida.

Se había sentido abrumado por verse tan rodeado de mortalidad. Eran como espejismos de lo que nunca había llegado a completar, y ciertamente, seguía doliendo. No importa cuanto se dijera a si mismo lo contrario.

Morir por un puto ataque de asma en el teatro de la preparatoria no era la muerte más justa. No para su punto de vista, por lo menos.

Louis tenía toda esta vida por delante. Todos esos pares de ojos que le seguían a medida que se hacia camino hasta las clases, los murmullos y los gestos emocionados cuando coincidía en la ruta de sus compañeros.

Había sido testigo de la forma en la que todos le veían mientras estaba en el escenario, viéndolo y adorándolo desde sus lugares como si fuese una especie de dios. Seguro que llegaría alto en el mundo de la actuación.

Ver todo lo que alguna vez fue parte de su rutina diaria le había puesto nostálgico. Envidioso incluso.

No tenía mucho de conocer a Louis, claro está. Pero le había observado lo suficiente como para saber que su aura tenue nunca cambiaba. Harry no podía encontrar una razón para ello.

Es decir, tienes este tipo de vida, esa admiración por parte de los demás. Aprecian tu trabajo, tienes amigos que se preocupan por ti y una familia. ¿Por qué nada te sacude lo suficiente como para iluminarte?





Pero aún así, Harry sabía que no podía juzgarlo.

Es decir, él se había deprimido por algo tan simple como no tener amigos. Y eso no significaba que estuviese mal en sentirse sumamente triste por ello.

La pregunta aquí era, ¿por qué Louis no poseía luz alguna? ¿Por qué nadie notaba aquello?

Y sobre todo, ¿por qué la preparatoria entera apestaba a desgracia?

»»---𝖓𝖔 𝖉𝖎𝖌𝖆𝖘 𝖘𝖚 𝖓𝖔𝖒𝖇𝖗𝖊----««   ☠  l.s  ☠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora