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Las profundidades del bosque
Es su hogar, no querrás
Molestarlo...



Camila notó que un coche venía tras de ella, pero no quería voltear. Las nubes grises empezaban a cubrir el cielo azul, una ventisca fría hizo que se le erizara la piel, los árboles del bosque se empezaban a mover de un lado a otro despacio. Mantenía la mirada fija en el camino, de alguna manera no le apetecía mirar el bosque.

El coche se posicionó a la par suya, Adrien bajó la ventanilla del asiento copiloto.

—¿Quieres que te lleve? —le inquirió, no dejando de conducir para ir a su paso.

Camila lo volteó a ver totalmente confundida, ¿como es que Adrien quería llevarla?, pensó. No lo entendía.

—Disculpa, pero no te conozco. —respondió, no pareciendo descortés. Se detuvo, al igual que el coche de Adrien. Él solo sonrió de lado y asintió, era verdad, no se conocían, pero esta era una buena forma de hacerlo.

—Soy Adrien —respondió él. Pero Camila ya lo sabía—. No tengo ningún problema en llevarte a tu casa, paso por ahí, el lugar al que voy está más adelante —mintió.

Camila achicó los ojos ¿habían casas más adelante? Porque hasta donde sabía la de ella era la única.

—Y creo que está a punto de llover, así que... —murmuró mirando el cielo y dándole una mirada de que no tenía más opción.

Camila también observó el cielo, era verdad, llovería pronto y, sinceramente, no quería mojarse porque tenía que volver a la escuela. Mordiéndose el labio inferior, se acercó a la puerta del copiloto, la abrió y se sentó. Adrien ocultó una sonrisa y puso el coche en marcha.

Había silencio en el aire, Camila no sabía qué decir, y él tampoco.

—Soy Camila, por cierto. —dijo ella, mirándolo. Notó que de perfil y, de cerca, era mucho más guapo. Era como esos modelos que miraba en la televisión, como esos protagonistas de películas románticas y hermosas que le gustaba tanto mirar.

Adrien le dio una mirada rápida, ya lo sabía.

—Y... ¿Qué te trae por aquí, Camila? —se atrevió a preguntar para sacar plática.

—Transfirieron a mamá. Del trabajo.

Su mirada estaba en la ventanilla.

—Este pueblo nunca tiene integrantes nuevos, fue una verdadera sorpresa para todos el que tengan nuevas personas. —comentó.

—Me imagino.

Adrien no parecía mala persona, pensó Camila, ese porte de chico malo sí lo tenía, pero más bien parecía una máscara para obtener el respeto de los demás y evitar que las personas le hablasen. A lo lejos pudo notar su casa y recordó lo que Carmen le había dicho, esa también había sido la casa de Adrien, y no sabía si decirle o no.

Él se estacionó frente a ella.

—Gracias por traerme... —le dijo a la vez que abría su puerta y salía.

Él solo le brindó una sonrisa de boca cerrada, al estar afuera se dirigió a la puerta de la casa. Segundos después la lluvia empezó a caer. Había venido a tiempo. Pudo escuchar cómo el auto de Adrien aceleraba, yéndose, Camila volteó, notando que Adrien se dirigía al camino de vuelta al colegio y no para donde dijo que iría. ¿Acaso solo vino a dejarla?, se había preguntado, pero ¿porqué? Si apenas se conocían.

SLENDERMAN © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora