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-¿Cuanto por un baile?

-Si así bailas, no me imagino en la cama.

-Parece mojigato cuando no tiene nada de santo.

Todos esos y más comentarios había recibido desde que puso un pie en la universidad.

El vídeo de él bailando semi desnudo, se expandió como fuego sobre pólvora.

El peliverde estaba cabizbajo, intentando que nadie lo veo, pues seria objeto de burlas y comentarios pasados de tono. Y pensar que antes creía que los insultos y menosprecio de parte del ojirubí era los peores y los más hiriente.

Definitivamente el acoso en masa era peor, mucho peor.

Intento crear una platica con sus amigos para que así pidiera al menos ignorar lo que se decía de él, pero Ojiro estaba más distraído observando "disimuldamente" a la chica nueva, Todoroki apareció con algunos golpes en la cara diciendo que no era nada grave y Tokoyami... Bueno, ese chico era de pocas palabras.

Ahora ni si quiera estaban cerca sus amigos, ya habían finalizado las clases, pero el ojiesmeralda aún se encontrada en el salón por que daba inicio a sus clases de nivelación.

-Silencio -habló el pelimorado, Shinsō Hitoshi estaba frente a la pizarra copiando unos ejercicios en esta, escuchaba absolutamente todo lo que decían los menores, pero simplemente los ignoraba, no era su problema.

Las pequeñas llamadas de atención no servían mucho para que el par de chicos que molestaban con sus comentarios al pecoso, se detuvieran.

-Un poquito más y nos enseña todo.

-Uff... Sin camisa, sonrojado, ebrio y seguro excitado, tenemos que llevarlo a un bar uno de estos días.

-Mejor a uno donde pueda sacar la cabaretera que tiene dentro.

Hanyu y Shinojara disfrutaban ver nervioso y avergonzado a su compañero.

-Idiotas... -susurró enojado, pues aún recuerda haber tenido sentimientos por Shinojara, el mismo que le había dicho cabaretera.

Se le había confesado al tipo ese, quien fácilmente lo rechazo y le dijo que no quiere a estar cerca de un maricón.

-¿P-Puedo ir a los servicios, profesor?

El pelimorado lo vio por el rabillo del ojo unos segundos y solo hizo un ademán haciendo que el menor se levantara de si asiento camino a la salida.

-Seguro que se la va a jalar.

-Como nadie le hace caso.

Odiaba a ese par de chicos.

-Copien rápido.

-Oui.

La respuesta del chico nuevo fue lo último que escucho antes de cerrar la puerta y correr al baño.

Se encerró en uno de los cubículos y después de aguantar todo desde la mañana, empezó a llorar.

Había sido un tonto al creer que para el lunes lo olvidarían, había sido un idiota al pensar que nadie lo compartiría por toda las redes sociales, había sido un estúpido al haber tomado de más en esa fiesta.

Odiaba esos comentarios, odiaba esos piropos, odiaba los silbidos al pasar, odiaba que lo llamaran perra o algo parecido, odiaba estar en clases rodeado de todos esos chicos molestos, odiaba estar en la universidad, se odiaba a si mismo por estar llorando ahí, se odiaba por ser débil.

No quería que se metieran con él, no quería que se repitiera el abuso que pasó cuando era niño, no quería volver a tener esos ataques de snciedad y sobre todo no quería que su madre se enterará de eso.

PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora