Acababa de despertar con un humor de perros. Hacía siete días que estaba encerrado en ese departamento y ya deseaba irse, pero el dueño de casa había desaparecido sin dar información de su paradero. A pesar de que su mente le gritaba que se fuera, algo en su pecho le impedía regresar a su hogar ¿Dónde se había metido ese idiota?
Su ropa estaba sucia y no encontraba su ropa interior, asi que optó por vestir simplemente una camisa que le cubría por debajo de los muslos y se dirigió a la cocina. Luego de tomar un desayuno ligero y lavar los trastes, comenzó a guardar éstos en el lugar donde correspondía de la alacena sin darse cuenta de la presencia detras suyo.Un moreno de prácticamente dos metros y ojos azules lo observaba desde atras, deleitándose con la vista de los pálidos muslos del castaño, que se exponian cuando el de menor altura se estiraba para guardar la vajilla. Caminó lentamente y apresó su cintura pegandolo a su entrepierna, levantando la tela de su camisa con un solo fin. Sobresaltado, el de piel blanquesina giró y encaró al mayor con enojo.
-¿Que crees que estas haciendo?- Se quejó y forcejeó para soltarse, sin poder alejar las manos que intentaban recorrer su cuerpo -¡Sueltame!
-¿Y tu que crees que estoy haciendo? Si me esperas prácticamente desnudo solo estoy aceptando la invitación~- Murmuró el moreno contra la piel de su cuello al momento en el que una de sus manos vagaba por el muslo y la otra por la espalda de castaño.
-Si estoy asi es porque no tengo ropa y no se donde esta mi maldita ropa interior- Dijo entre dientes mientras intentaba empujar al otro, sin exito.
-¿Te refieres a esta?~- Metiendo la mano en el bolsillo de su pantalón, extrajo una pequeña prenda íntima, la cual olfateó para luego reir con sorna -Si la quieres de vuelta, ganatela. Ambos sabemos que quieres esto, putita~- Presionó su pelvis contra la del menor, pero no se esperaba que el pequeño lo abofeteara con fuerza, sacando una gota de sangre de la comisura de su labio.
Ante la sorpresa del ojiazul se escabulló de sus brazos despotricando contra éste, yendo hacia la sala hecho una furia. Con una sonrisa, el mayor lamió la gota de sangre y lo siguió, jalando su brazo lo volteó y abrazó su cintura, alzandolo del suelo en el proceso. Caminó con el joven castaño en brazos y se sentó en el sofá con éste a horcajadas, lo inmovilizó con un brazo y con la mano libre le dió una nalgada.
-¡Ah!... ¡¿Qué crees que haces?!- Gritó intentando safarse pero sus brazos estaban capturados entre su pecho y el del contrario.
-¿Por qué te resistes tanto, si con unas simples insinuaciones te pones tan duro?~- Rozó con la yema de sus dedos la erección del pálido y sonrió ladino.
-¡Es obvio que eso pasará siendo que eres un maldito Demonio de la lujuria que con solo tocarme puedes hacer que me arda el cuerpo, idiota, no es voluntario!- Escupió en la cara del ser oscuro sin prestar atención al destello rojizo que brilló por un instante en los ojos azules de éste.
-Creo que te estás pasando, angelito... He sido bueno contigo hasta ahora pero creo que mereces un castigo- Con los ojos rojos y sus colmillos a la vista, el demonio liberó su miembro y empalmó al menor en un solo movimiento, robandole un grito de dolor junto a varias lagrimas.
-D-duele... Due-le mucho... - El pequeño ángel formó en sus labios un puchero mientras miraba al moreno a los ojos y soltaba más lagrimas, logrando que el ser oscuro aflojara su agarre y liberara sus brazos.
-¿Por qué tienes que ser tan terco?- Suspiró y sus ojos volvieron a su tono azul cielo, ese que contrastaba en su piel morena haciendolo ver mas guapo de lo que ya era. Intentó salir del interior del pequeño castaño pero éste lo detuvo.
-¡No!- Abrazandose al cuello del moreno se sentó, enterrando el miembro del demonio mas en su interior, suspirando y llorando más que antes -N-no me dejes...- Murmuró en su oido.
Abrazó la cintura del menor y besando su hombro desnudo, le susurró en el oido -Nunca mi hermoso Ángel~-
Recostó con suavidad al ser de luz, comenzando un suave vaivén de caderas, repartiendo pequeños besos en su mentón. Sus manos terminaron de quitarle la camisa, dando un mejor acceso a sus besos. Los gemidos comenzaron a escapar de los labios del angel cuando el ser de oscuridad atacó sus pezones al mismo tiempo que acariciaba sus piernas sin dejar de penetrarlo. Sus ojos destellaban de rojo nuevamente y sus dientes filosos rayaron la piel blanca del menor, marcando un camino desde el pezón izquierdo hasta su cuello. Succionó esa zona y dejó varias marcas de besos, llevando sus manos al trasero, separando sus glúteos, buscando llegar mas profundo en su interior.
Le hizo el amor al pequeño cuerpo que yacía debajo suyo, con suma delicadeza y dedicación, procurando que cada parte del cuerpo del Ángel recibiera la atención que merecía. Con el menor exhausto en sus brazos volvía a sentirse en casa y completo. Beso los rizos de éste y lo apretó más contra su pecho, le encantaba ver sus mejillas sonrojadas, las cuales hacían relucir el castaño de su cabello y sus ojos verdes.
-Te ves como un querubín luego de que te hago el amor, Dan- susurró con una pequeña sonrisa en los labios mientras acariciaba la espalda del ángel, donde deberían de estar sus suaves alas.
-¿Me estas llamando enano y gordo?- se quejo el pequeño con el ceño fruncido mientras el otro reía -Por estas cosas es que te odio, Azael- Pronunció con un puchero en los labios.
-Yo también te amo Daniel~
