"...su belleza lo salvo de una sobredosis.
-Recuerdo que empecé a fumar a los doce al igual que Billie Holiday, estaba perdidamente enamorado de un distribuidor de drogas y comenzamos a salir, pero el solo me quería como consumidor.- El muchacho lo mira temblando entre excitado y nervioso, volvió con una caja de cigarrillos y un fajo de billetes. En las mejillas se notaba como lamia algún caramelo.
-Cuando me corrieron de casa después de saber mis "gustos", comencé a vivir con él y todo era ¨miel sobre hojuelas¨ entre venta y consumo de narcóticos. Después de darle lo poco que tenía me abandono.- Termino con una risa amarga, su compañera miraba la carta y la tinta negra que se deslizaba lentamente por su mano, firme y llena de piquetes con forma de flores.
-Recuerdo que cuando aún estaba en la calle cubría mis brazos con vendas y decía que me había caído. Cuando mi madre se dio cuenta de que gastaba el poco dinero de mi casa en heroína me saco a palos de ahí..."
Nuevamente su letra era diminuta, diminuta como me imaginaba de forma física, sin embargo yo jamás me había atrevido a confesarle como era yo físicamente. Nuevamente una estampilla con un dibujo de libros acompaña el sobre junto con el miedo, me molesto su temor de siempre.
¨¿un prostituto enviando cartas de enamorada?¨
-¡Hey! No será otra carta de aquel chico con la que hablas tanto por correspondencia, ¿Verdad?