Parte única.

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En un enorme, oscuro estadio, iluminado tenuemente por las luces del escenario.
El reflector enfoca a una única figura, parada en medio de todo con el rostro oculto bajo una máscara.
Su cabeza está gacha, sus hombros caídos, sus piernas débiles y sus brazos colgando a los lados de su delgada forma. Su camisa blanca deja entrever su torso levemente, sus pantalones ajustados moldean los miembros que a duras penas lo sostienen. Su mente está en quiebra, no puede formular un sólo pensamiento coherente.
Todo en él grita debilidad, cansancio, miedo, tormento, desesperación.

No puede encontrar una solución a su soledad, su pánico, su tristeza; la oscuridad que lo hunde cada vez más y aprisiona su consciencia.
Se siente como un ave atrapada en un mar de petróleo, sus alas están pesadas y atrapadas. No puede extenderlas, no puede volar lejos y escapar.

Ya no tiene a nadie, ya no espera nada de nadie. Ha presenciado demasiada crueldad, indiferencia, egoísmo y traición. Aquellos de quienes tanto esperaba, lo apuñalaron por la espalda en la primera oportunidad.

A veces eleva su voz y reza, pide a algún ser divino que lo auxilie, porque con los mortales ya ha tenido suficiente. Pero él lo sabe, muy en el fondo; su hermano siempre se lo decía y lo creyó hasta el día de su partida eterna. "Allá arriba no hay nadie. Somos seres independientes destinados a seguir un camino errático, sin nadie que nos guíe por este horrendo mundo".

Aquél día de nubes grises y cielo azulado, el joven tendido en un callejón cualquiera, dentro de un vecindario donde los hombres como él no pertenecían. De sus labios no salía palabra alguna. De su pecho fluía un río de roja culpa. La evidencia líquida de lo horrible que puede llegar a ser este mundo. Las fieles gafas con el cristal hecho añicos yacían a un costado; la piel acaramelada comenzaba a tornarse blanca; los ojos estaban abiertos y la mirada vacía, más no había rastro de lágrimas derramadas. Eso se lo concedió a su hermano menor, quien observaba la escena con dolorosa perplejidad. El llanto no tardó en aparecer. Los policías sí.
La justicia nunca llegaba en momentos oportunos.
Se llevaron al adolescente entre gritos y sollozos, entre silenciosas preguntas. ¿Por qué? ¿Por qué él?

Al recordar todo esto, grita de impotencia y se deja caer al suelo con un llanto desgarrador. Sintiendo el corazón partido aún más, si es que es posible.
Y yo sólo observo todo, sentada en las últimas filas del gran estadio, presenciando todo y sabiendo que la causante soy yo. Pero ya no me importa, ya no queda en mí compasión alguna.

No después de su partida.

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No tengo idea de qué es esto. Sólo sé que mi mente inventa cosas raras y yo tenía hora libre de física.
La idea es que lo interpreten a su manera, pero creo que algunas cosas las dejé bastante claras, ¿No?
Espero que les guste esta... cosa (x3) que se me ocurrió 😂

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⏰ Última actualización: Oct 28, 2018 ⏰

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Bonhomía. [One-shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora