LA PIEDRA QUE HABLA

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¡La piedra que habla!

Se reunieron aquellos constructores que habían recibido los permisos para construir grandes edificios, que le darían a la ciudad un aspecto moderno con sus novedosos diseños.


Todos comenzaron a realizar maquetas para fabricar rascacielos con nuevas y reveladoras ideas que le darían una mejor calidad de vida a los habitantes de la ciudad y aportarían un gran desarrollo urbanístico.


Las entidades de control de calidad seleccionarían a la empresa que construyera el mejor edificio con las mejores ideas, diseños, a su constructor, y a su equipo de trabajo para darles honores y fama.


El primer día de labores, pasaba cada constructor con su equipo de trabajo al terreno que le correspondía para revisarlo, todos emocionados y alegres decían al tiempo que se estrechaban las manos: ¡Aquí fabricaremos el mejor edificio y seremos el mejor equipo de constructores!


A todos los observaba un viejo sabio que estaba sentado sobre una piedra de unos siete metros, de aspecto áspero, nada reluciente, muy normal, nada que fuera apreciado ante la vista de alguno.


El viejo bajó de la piedra y llamó al primer constructor y a su equipo y les dijo: "Constructor entusiasmado, te presento esta piedra que te servirá de base, con ella reforzarás tu construcción, la cual tendrá gran crecimiento y te aseguro que será un éxito". El constructor al mirar la piedra con aspecto nada particular, comenzó a reír a carcajadas y burlándose de la piedra junto con su equipo le dijo al viejo: ¡Nooo viejo! ¿Cómo crees que utilizaré esa piedra tan horrible en mi gran innovación? ¡Además, ni para decoración sirve porque es demasiado fea! No viejo, agarra tu piedra y bótala al mar donde nadie la vea y que caiga en su profundidad. El viejo sabio bajó su cabeza y se volvió a sentar sobre la piedra.


Al rato pasó el segundo constructor y el viejo descendiendo de la piedra lo llamó y le dijo: Constructor, te regalo mi piedra para que tu edificación goce de fama y seas el mejor constructor del mundo, ¡te servirá de base! Este mira la piedra y la toca junto con su equipo de trabajo y le dice al viejo: ¿Cómo crees que colocaré esa horrible piedra en mi edificio?, si mi futura fabricación será con cortes modernos y muy refinados, no viejo agarra tu piedra y escóndela detrás de aquella alta montaña, así nadie puede ver ni tocar esa horrible piedra.


El viejo sabio, sin perder la esperanza de que alguno tomara su piedra, sigue intentando pues le faltaba el tercer y último constructor. Cuando lo iba a llamar el constructor se detiene y observando la piedra donde estaba sentado le dice:


— Viejo, ¿qué haces sentado en esa piedra, por qué no me la regalas? Me servirá de base y así, estableceré las otras piedras en referencia a esta, y determinara la posición de toda la estructura. La colocaré en la esquina y no solo me servirá de refuerzo sino también de decoración. El viejo sorprendido le pregunta:


— ¿Hablas de esta piedra?


— ¡Sí!, esa.


— Pero como así, ya pasaron dos constructores y la han rechazado, ¿y tú la quieres? —Y bajándose rápido de la misma le dice— ¡Tómala es tuya!, y te felicito por tan grande herramienta que te dará fama y prestigio.

Mieles para el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora