Las despedidas son siempre difíciles y aunque duelan, son necesarias. Ninguno quería interferir con el sueño del otro.
Sabían que, si alguno de los dos cedía, los planes se vendrían abajo.
Lynn estaba dispuesta a renunciar a todo para ir con Elliot a New York y él, a renunciar a su trabajo en el extranjero.
Los altavoces llamaban a todos los pasajeros del vuelo. Elliot y Lynn estaban parados junto a las escaleras eléctricas que daban a la sala de abordaje, tomados de la mano y mirándose a los ojos mientras una lágrima recorría la mejilla de Lynn.
−No llores por favor –dijo Elliot mientras removía la lagrima gentilmente.
–Sé que odias las cursilerías, pero es inevitable –respondió Lynn
–No cuando se trata de ti –dijo dándole un rápido beso en la frente y la acurrucaba en sus brazos.
Una multitud se acercaba para entrar a la sala, por lo que sabían que su tiempo juntos disminuía.
Con un rápido movimiento de mano, Elliot saco de su bolsillo derecho un collar con un dije en forma de avión de papel.
−Mi viaje en la vida es junto a ti, ¿lo recuerdas?
Era una analogía.
El vuelo de un avión de papel no es estable, a veces va muy alto y de pronto puede desplomarse, pero puedes hacerlo volar otra vez. Lo que significa que siempre podemos levantarnos y volverlo a intentar.
El vuelo es difícil, hay complicaciones, necesitamos de alguien que nos impulse, que nos motive, que nos diga que siempre habrá otra oportunidad.
La vida es como un avión de papel.
Sigamos al destino.
Sonó la última llamada para abordar.
El momento había llegado, ambos se envolvieron en un cálido abrazo de despedida. Unieron sus labios en un tierno beso con miles de emociones.
−El invierno traerá consigo nuestro amor, así como a las flores de Russell.
Por primera vez en años, sus caminos se separarían.
Lynn con un nudo en la garganta y lágrimas, vio como el amor de su vida se alejaba de ella.
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Viaje a Casa
Teen FictionComprendí que la vida puede cambiarnos en un segundo. No sabía lo que estaba por vivir y nadie lo podía impedir... El destino estaba escrito y tenía que vivirlo. Me di cuenta lo rápido que puedes caer, como un avión de papel.
