Soledad ||Beyblade Burst||

Visión

Todo está bien, sé que le he mentido a mis sentimientos; como un payaso que esconde sus lágrimas.

Caminaba con lentitud hacia la cocina en busca de algo de comer.
Era raro que estuviera despierto tan temprano, pero últimamente no he podido dormir bien debido a lo de Shu.
Sé que era su decisión decirme o no lo que realmente estaba pasando, pensaba que por ser amigos desde pequeños me lo contaría todo. Me equivoqué.

—Sólo ahora me doy cuenta que fui un tonto—susurré para mí mismo.

Negué con la cabeza, si así lo quería él, entonces así sería.
Suspire al ver que no había nada de comida a mi alcance.

Subí a mi habitación a cambiarme y nuevamente bajé para salir de mi casa.
Miré las calles con pereza, nadie transitaba por los lugares. Era algo demasiado obvio, ¿Quién en su sano juicio sale de su casa el fin de semana por las mañanas?

Días llenos nada más que de oscuridad, sólo me sentía triste, sólo intente reír.

Para matar el tiempo, preferí entrenar por un rato en el parque, así podría saber si me encontraba con mis amigos y pedirles algo de comer.

Tomé a Valtryek y lo miré con detenimiento, sonreí un poco al ver ese pequeño destello que salía de él, sabía que me estaba diciendo algo. Algo que aún no lograba descifrar hasta que vi al chico de cabellos blancos.
Ambos cruzamos miradas, fue una acción que sólo duró unos segundos debido a que Shu había seguido con su camino.

«Justo cuando tenía hambre» pensé mientras llevaba una mano a mi estómago, negué con la cabeza dejando escapar una pequeña risa, eso había sonado muy mal. Como si sólo dependiera de él.

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—Ahh... Audaz—me quejé cuando sentí un fuerte dolor en la panza, ya era tarde y seguía sin comer. No le había dicho a nadie porque no quería que se sintieran responsables de mi, pero ya no aguantaba—Tengo hambre, no he comido nada desde en la mañana—

—Vayamos con Shu—sugirió el rubio mientras se dibujaba una sonrisa en sus labios—Dijiste que cocinar era su súper poder—

—Pensándolo bien, ya no tengo hambre—

Frunció el ceño mirándome con extrañeza, tocó mi frente y empezó a examinarme para ver si me encontraba en buen estado. Se llevó una mano al mentón, parecía estar buscando algo que me hiciera falta.

—No soy doctor—susurró Rantaro, rió un poco y dio leves golpecitos en mi espalda—Vayamos a ver si ricitos nos da algo de comida—

Asenti con la cabeza, quería creer que no lo había notado, pero es mi amigo y sé perfectamente que no tardará en darse cuenta que algo me molestaba. No era como si odiara a Shu por no decirme lo que pasaba, sino que en el momento que nos alejó a todos hizo que se volviera incómodo desde cruzar una mirada hasta tener una pequeña charla que sólo consistía con un "Hola" y un "Adiós".

Hace ya tiempo me he vuelto hábil en fingir una sonrisa, para poder ocultar mis lágrimas.

Seguía inseguro acerca de si hablarle o no al dueño de aquellos ojos carmesí que siempre me habían parecido geniales.
Estaba a unos metros de distancia y no iba solo, tenía a Xander a su lado, quizás lo mejor era irme para que ellos pasaran el resto del día juntos. Di media vuelta y comencé a caminar en dirección a mi hogar.