Gavin
Meses más tarde.
— ¿Dónde está mi mujer? —pregunté a mi empleado, aflojando el nudo de la corbata en mi cuello.
—Se encuentra en el jardín señor.
Una vez escuchado la respuesta a mi pregunta, di un asentimiento a mi empleado y salí a toda prisa a encontrarme con mi mujer, más que ansioso por verla después de una semana fuera de casa y de solo charlar por video llamadas, una tortura.
De ser por mí no saldría de casa tan solo por no separarme de ellos, los días lejos de mi mujer e hijo son un infierno para mí. Sin embargo, el hecho de que sea un importante hombre de negocios no me daba otra opción que estar viajando constantemente por asuntos relacionados con el emporio Spencer, el cual dirigíamos mis hermanos y yo. Lo único que me compensaba era el hecho de llegar de viaje y encontrarla en casa para abrazarla, besarla y llenarla de mimos.
Mi ricitos.
Amaba a esa mujer con locura y daría mi vida entera por ella y mi hijo, eran mi ancla... mi principal razón para vivir.
Nadie me habría dicho que aquella chica que conocí una noche en la que solo buscaba olvidar a la mujer que amaba en ese entonces y lo que comenzó como un simple juego de placer, se convertiría en lo más importante de mi vida. Todo de ella me volvía loco, su olor, su risa, su belleza... Todo cuanto poseía me ponía a sus pies, a su merced.
Morgana a causa del embarazo le había dado por pensar que estaba gorda y fea, a mí por el contrario me parecía que así lucía incluso más hermosa y bella que cuando la conocí. Cada vez que la miraba y notaba su panza abultada, con la certeza de que lo que crecía dentro suyo era nuestro; que lo hicimos juntos, no solo la notaba más preciosa sino que la amaba más a ella y a mi hijo.
En ocasiones me preguntaba si hubiese sido tan feliz con Celene como lo era con Morgana y siempre obtenía la respuesta de que no, Celene no era mi destino sino esa chica de rizos salvajes que me desequilibraba totalmente tan solo si me sonreía. Esos meses a su lado habían sido sin temor a equivocarme los más felices de mi vida.
La amaba.
A medida que me acercaba al jardín, viendo sus salvajes rizos caer sobre su espalda, deshice los botones que sostenían mi camisa blanca sujeta a mis muñecas y segundos más tarde las subí hasta los codos, dejando mis brazos al descubierto. Desprendí también tres botones del área del cuello a medida que estaba más cerca.
Al llegar a su lado su olor me golpeó como el puño de un boxeador, me acomodé junto a ella en el banco del jardín dándome cuenta que mi mujer leía, estaba leyendo un libro de maternidad y llevaba un vestido blanco que la hacía lucir como un ángel.
—Hola a mi cielo. —Inmediatamente capté su atención y me complació ver cómo sus ojos se iluminaron al verme.
Sonreí lleno de felicidad.
Nada te hacía sentir mejor que amar a una persona cuyo amor era correspondido con igual número de fuerza.
—¡Gavin! —exclamó alegre mientras dejaba a un lado su libro para arrojarse a mi cuello, me apretó tan fuerte como pudo y mis brazos la rodearon, absorbiendo su olor a melocotón—. Qué bueno que ya llegaste amor. No te imaginas lo mucho que te eché de menos.
Sostuve su hermoso rostro entre mis manos, besando su frente y nariz.
—Yo también te extrañé amor, en realidad... —llevé una de mis manos a su panza abultada—, los extrañe mucho a ambos.
Una patadita se sintió en mi mano y tanto mi mujer como yo sonreímos.
—Él te está diciendo que también te extrañó.

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Es Para Siempre ( Saga Amores Inevitables #1.5)
Short Story[FINALIZADA] LIBRO 1.5 DE LA SERIE «AMORES INEVITABLES» .Para entender de quién se trata deberás leer antes Por una promesa. Cansada de arrastrarse en busca de recuperar al hombre que amaba; o al menos eso era lo que ella creía, Morgana decide dejar...