Luna Carmesí

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-Mi nombre es Rogue, Rogue Cheney.- Sonrío vagamente y quizá tímido o serio, la verdad es que ese chico era un choque de tantas cosas.

Termino de girarse totalmente, posicionando una de sus manos en su cadera, mientras con la otra sostenía la bandeja en donde transportaba todo lo que había recogido de las solitarias mesas.


Y eso abrumo a un mas al rubio. Aquel chico era hermoso, la combinación perfecta entre la personalidad y la belleza física. Su cabello negro desordenado y parcialmente ordenado por la coleta que seguro se había echo antes de ingresar a su trabajo, la mitad de su rostro estaba cubierta lo que le impedía ala rubio disfrutar de los dos rubi que el chico llevaba por ojos, aquellos ojos carmesí que podrían enamorar a cualquiera, y que decir que su uniforme de la cafetería le quedaba perfectamente ajustado al cuerpo semi-marcado de Rogue, quizá no tan marcado como el suyo, pero un cuerpo hermoso al fin de cuentas.

Aun no lo sabia pero podía asegurar que Rogue era en cuanto a su personalidad más introvertido que extrovertido, independiente, amable, quien valora las ideas y tiene valores firmes, responsable, competente, ordenado, con sentido del deber y autodisciplina, modesto, consiliador, emocionalmente estable, seguro de sí mismo y tranquilo. El balance perfecto entre frialdad y tranquilidad.

Aquello intimido al rubio, al ver cómo la escasa sonrisa que Rogue portaba se desvanecía  poco a poco. Estaba claro que solo se había detenido a decirle aquellas palabras por consideración, quizá hasta por pena ajena o lastima y no por que quisiera algo más haya de eso.


-Mi nombre es Sting. Sting Eucliffe.- Sonrió nervioso el rubio.

-¿Sting?.- Pregunto en voz baja. -Que nombre tan bonito.-  Nuevamente sonrío.

-No, no, no. Para nada, tu eres mas bonito, Rogue.- Sonrió como cual niño apunto de recibir un premio. 

-¿Disculpa?.- Rogue sacudió ligeramente su cabeza. Sonriendo aun más, a punto de soltar una pequeña e inaudible carcajada. 

-Perdona.- Sting se dio cuenta de lo que haba echo, y aunque no era mentira no debió haber dicho aquello. -Disculpa, es solo que.- Sting rascaba su nuca, sonrojado como cual adolescente tratando de iniciar una relación.

-Ha sido un placer, ¿Sting?.- Enfatizo ligeramente, preguntando el nombre del rubio.  -Debo terminar mi turno.- Y comenzó a alejarse.

Sting seguía congelado. Ello provoco que no pudiera impedir que él pelinegro se marchara. Cuando se dio cuenta, rápidamente le busco con su vista, pero este ya había desaparecido en alguna de las puertas de servicio. Se le había escapado literalmente en sus narices.

-¿Rogue?.- Imito al pelinegro.

Al pronunciar su nombre e imaginarlo frente a él, su corazón se acelero, y su estomago casi comienza a rugir, en medio de una sensación placentera que lo hacia pensar que estaba volando, ¿aquello era lo que llamaban mariposas en el estomago?.  No lo sabia nunca tuvo la necesidad de preguntárselo, él no era de los del tipo romántico.

-¿Ahora qué hago?.-

Aquella pregunta lo asusto, pues ya no tenia que consumir, ni mesa en dónde sentarse, sin mencionar que estaba estorbando el paso. Aquello lo hizo salir poco a poco del establecimiento. Hasta que jalar la pesada puerta de cristal, y así salir de aquel ambiente cálido al mundo frio. La primera ráfaga de viento frio y olor a humedad lo saco del transe en el que estaba, y por primera vez en años su piel se erizo por él frio.

Dio unos cuantos pasos en medio de aquella acera abarrotada y con sus celeste vista fijada sin ningún rumbo se detuvo al darse cuenta que se alejaba.

Autumn Afternoon (StinGue)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora