Cry for me

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Bien...empecemos, mi estúpida psicóloga dijo que debo hacer un "diario" de mi rutina. Según ella de esta forma podrá ver si progreso o no con mi "pequeño problema".

Mi nombre es Katsuki Bakugo, o Bakugou (es la misma mierda), tengo veintitrés años, soy estudiante de Derecho, mido un metro noventa, soy rubio de ojos rojos... y sufro de dacrifilia.

Para que el estúpido diario entienda, la dacrifilia es una parafilia, o fetiche, donde uno se excita por las lágrimas o el llanto de otros.

No, no soy un maldito enfermo al que se le para cuando ve a alguien llorar en la calle. Hasta hubiera preferido que fuera de esa forma y poder sacarme las ganas con cualquiera, pero mi "particularidad" pareciera solo centrarse en una persona.

Un estúpido niñato de mi vecindario, ahora cursa la secundaria, tiene dieciséis años. Si, al parecer no solo soy un dacrilofolo, o como se llamen, sino que también soy un maldito pedófilo.

Dicen que todo fetiche tiene su "disparador" y yo creo poder identificar cual fue.

Yo tenía trece años, había escapado de mi casa luego de insultar a mi vieja. El demonio rubio comenzó a arrojarme objetos y mi padre logró distraerla un segundo, permitiendo mí escape.

Tengo que esperar un par de horas antes de volver, no quiero portar un chichón por unos días. Así que decidí pasar por el parque de mi barrio.

Estaba muy feliz pateando una lata y pisando hormigas hasta que escuche un llanto. Pensé que era otro de esos estúpidos niños malcriados a los que no se les cumplió su demanda, pero había un tono lastimero que me impedía ignorarlo. Seguí el sonido hasta la fuente.

En el columpio había un niño, un pequeño bulto verde, su cabeza estaba sobre sus rodillas. El llanto desconsolado provenía de él.

Intenté llamar su atención, así que tomé la lata que pateaba y se la arrojé. Le di justo en la cabeza, deteniendo su llanto.

Con una mano tocó el lugar del impacto y levantó la cabeza. Miró para ambos lados antes de dirigir su mirada hacia mí. Cuando vi sus ojos mi mundo se detuvo, dos gemas esmeraldas, cubierta de pequeños diamantes que surcaban desde sus parpados hasta su barbilla. Sus rojas mejillas solo aumentaban el brillo de los diamantes y de unas lindas pecas. Esos preciosos ojos lo veían con temor.

Un temblor sacudió mi cuerpo, instintivamente llevé una mano a mi pecho, este había empezado a golpear con fuerza. Abrí los ojos al sentir los latidos en la palma de mi mano.

Lentamente, como alguien que se acerca a un animal asustado, me acerqué al peliverde. Le mostré sus manos en señal de paz, y ante eso el miedo en los otros ojos se disminuyó.

El pecoso observó la lata que lo atacó y luego me miró, noté la acusación en sus ojos.

-Quería llamar tu atención- dije con un encogimiento de hombros, aunque ahora frente a ese niño me di cuenta lo estúpido que fue- Porque llorabas?.

Volvió a bajar la cabeza y noté que miraba sus piernas lastimadas. Sus puños apretaron los pequeños shorts que portaba.

-Unos niños se rieron de mis pecas...y cuando les dije que los acusaría...me lastimaron- Un leve quejido escapó de su boca antes de otro pequeño llanto.

El coraje me invadió, no me gustaba que lo hayan lastimado. Pero que este llorando por ellos me hacia enojar más. Por alguna razón...quería que llore por mí.

-Esos bastardos son unos estúpidos- mi rostro se sonrojo un poco antes de continuar- tus pecas son lindas.

El llanto volvió a detenerse y su vista volvió a mí. Otra vez sentí ese temblor.

Cry for meWhere stories live. Discover now