Única parte

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Definitivamente es la noche perfecta, no pasan más de las doce de la noche y el gran puente luce vacío, el frío y la tormenta que se avecina parece haber ahuyentado a las personas.

Definitivamente es la noche perfecta para morir.

Camina tranquilamente por la angosta vereda del puente que usan los transeúntes normalmente. Un par de autos pasan velozmente por el puente, y luego queda totalmente solitaria, solo está él.

Se apoya en la baranda y puede apreciar los pequeños escritos que yacen encima de esta, son citas bíblicas y frases de ayuda para evitar suicidios. Es algo irónico, son solo letras, aunque quisieran no podrían ayudarlo, ya es tarde.

Mira hacia abajo, a la "Avenida del Poeta" también vacía. Sube los pies a la pequeña gradita que sostiene la baranda por abajo, está un poco más alto ahora, extiende los brazos a los costados y grita. -¡Puta vida!

Siente el viento pegando en su rostro, un viento helado que le hace sentir escalofríos en todo su cuerpo. Debe hacerlo.

Apoya sus manos en el borde de la baranda y sube sus pies también, de una manera que queda sentado encima de la vieja baranda color amarillo. Da un último respiro profundo, ya es hora.

En el segundo en el que se balancea hacia el frente y empieza a soltar la baranda para caer, una mano sujeta fuertemente su brazo.

-No te mates.- dice una voz. Él voltea y puede ver a un chico delgado, la poca luz que reflejan los postes no dejan que vea su rostro a la perfección pero está seguro que sus ojos son de diferente color.

-¿Quien te crees para impedir que me suicide?- pregunta sujetándose otra vez de la firme baranda.

-No te equivoques, puedes suicidarte cuando te de la gana pero no ahora.

-¿Por qué?

-Porque ahora me suicidaré yo, así que no estorbes.- el tono mandón que utiliza el chico lo irrita.

-Tiene que ser una jodida broma, no puede ser que ni siquiera pueda suicidarme en paz.

-Bajate de ahí sin reclamar y vete a tu casa. Mañana puedes volver y hacer lo que se te venga en gana.

-¿Por qué tú no vienes mañana? Yo llegué primero.

-Porque yo necesito malditamente urgente suicidarme hoy.

-Estamos iguales.- dice el rizado volteando su rostro una vez más hacia el frente.

-¡Te dije que te bajes de ahí!- reclama el extraño e intenta jalar de su brazo hacia atrás.

-No me jodas.- forcejean y la baranda tiembla un poco.

-¿Por qué eres tan terco? Me estas causando problemas.

-Eres tú el que vino a causarme problemas. ¿Por qué no caminas unos metros más hacia la izquierda y te arrojas desde esa distancia? ¿Por qué quieres suicidarte justo en este lugar?

-No es por el lugar, idiota. No ves que si ambos nos suicidamos hoy, nuestros cuerpos caerán en la avenida de abajo y cuando nos encuentren pensaran que teníamos alguna clase de relación, amistad, trabajo, o peor aún creerán que eramos pareja, nos llamarían "los amantes suicidas", o tal vez "suicidas enamorados". Saldríamos en las noticias y en los periódicos con esos ridículos títulos. No dejare que eso pase, quiero al menos que mi suicidio sea decente.

El rizado miraba sin ninguna expresión en su rostro al extraño joven. -Realmente eres dramático. Ahora vuelve a tu casa y suicidate mañana.- Una vez más se balanceo hacia adelante y una vez más algo le impidió continuar, los brazos del ojiverde rodearon su cuello.

Tristes Suicidas ◆Joerick◆ OS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora