Capítulo IV: No habrá más tristeza, no más enojo, no más envidia

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¿Qué es esto que estoy sintiendo? Es una sensación extraña, pero cómoda, sé que no debería estar aquí, pero no recuerdo ni qué se supone que soy. Mi ser está confundido, pero siento como si nunca me fuera a pasar algún mal, me siento muy protegido ¿Es esta la paz que estaba buscando? La dama azul dice que todo aquel que se una a nuestra causa será bienvenido, pero el que no, no se tendrá piedad. Parece ser muy mano dura, pero sinceramente, no hay más sentido en mi vida que obedecerla.

Me dirijo sin rumbo alguno, solo sigo las ordenes. Los seres que ataco se me hacen muy familiares, pero no me puedo desviar de mi rumbo. En cada planeta al que llegamos, la dama azul acciona el artefacto y de repente tenemos más tropas para seguir moviéndonos. No tengo tiempo para ponerme a pensar en esto, e igual el tiempo es algo que no se me otorga mucho, pero solo sé que esto es precisamente lo que estaba buscando, aunque en realidad no estaba en la tarea de empezar con su búsqueda. Por fin lo que nuestros antepasados querían, se está haciendo realidad, pero hay algo en esas criaturas que es muy interesante, pues parece que la batalla que aparentemente están perdiendo, tiene una salvación, una luz al final del túnel, bueno, todo tiene su caso hipotético, así que no hay que negarlo, pero ¿quién querría evitar la paz de la dama azul, la paz de la heredera del manto? 

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