Me encontraba descalza, mis pies moviéndose por encima de las ramas secas a través del bosque que se extendía fuera de casa, mi mirada estaba perdida y mi mente estaba hecha un manojo de nervios, pánico, confusión, oscuridad.Estoy siendo observada, tengo la sensación de que alguien me sigue y me ve a través de la neblina.
¿Debería correr en otra dirección? Constantemente me lo preguntaba, sin embargo, mis pies no recibían la señal y yo seguía caminando hacia el acantilado.
- ¡Oye, detente! Por favor - una súplica, su voz sonaba desgarrada.
- Es que no puedo, no tengo el control sobre mi - grite, presa del miedo cuando estaba a tan solo dos pasos de caer por el acantilado.
- Piensa en mí, hazlo por mí - Sonreí, mi corazón palpitaba tan rápido como la primera vez que lo vi, cerré los ojos dejando caer las finas gotas de lágrimas y deje escapar un sollozo lastimero.
- Te amo.
Fui lo último que le dije antes de caer al vacío.