Sol de medianoche

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Para Tabris por su cumpleaños. Han pasado 84 años, I know. No tengo perdón. Pero espero que te guste T.T

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Disclaimer: Yuri! on Ice y sus personajes no me pertenecen

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~Sol de medianoche~

Otabek x Yuuri

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"I craved desperately some great savage joy, no matter how immense the suffering that might ensue."

Osamu Dazai, No Longer Human

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La luz de la luna menguante acaricia sus cabellos azabaches como reconociendo en ellos la templanza de la noche que desde siempre la acompaña hasta el punto de que ya es parte de sí misma. Con dulzura, cubre su piel trigueña, como una madre que mimosa reconoce a su único hijo que vulnerable se aferra a su pecho.

Y sentado sobre el alfeizar de la ventana de su pequeño y barato apartamento en Tokyo, Otabek no puede sino pensar que la vida se le escapa suspiro a suspiro, segundo a segundo: irremediablemente. Es como si aceptase que aquello que más atesora en el universo, que aquello por lo que más ha luchado se le resbala de sus manos, lenta y tortuosamente, como si acaso no pudiese hacer nada para evitarlo, como si acaso él mismo quisiese que así fuese, como si acaso fuese tan poca cosa como para protegerlo. Sus sueños, su sensibilidad, su sanidad... uno tras otro simplemente se van. Aquello que más ama se va. Finalmente, él se queda ahí, parado como un imbécil que en realidad nunca ha merecido nada bueno de lo que le ha pasado y que por ello jamás ha podido conservarlo. Se queda agónico mientras todo lo que lo rodea se desvanece. Le queda tan sólo la decepción que inundará por siempre cada fragmento de su alma: ya rota, ya no humana, ya peor que muerta.

Inhala con fuerza y siente una opresión familiar que mutila su interior, ahí un poco cerca de su pecho, pero no tanto de su corazón. Sabe que, nuevamente, el insomnio lo ha atacado. Aparentemente, ser despertado por un oleaje de preocupación y de terror que lo dejan nauseabundo, dando vuelta tras vuelta, es su nuevo pasatiempo favorito. Así se siente, ¿ah?, ser todo un perdedor. Un perdedor que no es lo suficientemente bueno para hacer lo que sabe que debe de hacer. Que nunca ha podido tener un desempeño en el patinaje lo suficientemente bueno, una carrera lo suficientemente buena, una cartera lo suficientemente buena y que, ¡oh!, por supuesto, nunca podrá ser lo suficientemente bueno para siquiera intentar competir con aquellos que tienen en lo más profundo de su ser la chispa de la vida.

Viktor. Su nombre lo dice todo, ese desolador nombre que de tan sólo pensarlo le produce un picor agudo en la punta de su lengua que impide que ésta realice el viaje de su pronunciación, como si evitando mencionarlo en voz alta, pudiese también deshacerse de su recuerdo. Él quien lo consigue todo sin hacer el más mínimo esfuerzo y que, sin embargo, parece merecerlo, por más ruín que sea, por más cabrón que se comporte, por más que lastime a todos a su alrededor, a todos a cuantos Otabek hubiese querido tratar con delicadeza. Él quien sin siquiera intentarlo le había arrebatado todo aquello que había amado. Él quien sin siquiera intentarlo podría volverlo a hacer. Él quien no es sino la forma más física y más fuerte de todo aquello que Altin jamás podrá llegar a ser, sin importar cuánto trate, sin importar cuánto duela.

Sol de medianocheWhere stories live. Discover now