2 - La luz en el monte

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¿Alguna vez escuchaste a algún abuelo hablar de la "luz mala"? ¿Escuchaste su leyenda? Bueno, se trata de un espíritu vengativo que aparece como un halo de luz en la lejanía -aunque el relato depende de la zona en donde estés, pues cada lugar tiene sus variaciones-. Si la vez, hay que correr. Y si por alguna razón no podés hacerlo, se dice que tenés que combatirla con armas blancas. Las armas de fuego no surten efecto.

¿Y qué tiene que ver todo eso con ésta historia? Bueno, no mucho. Pero por estos lados, en el campo -porque las zonas rurales tienen su vasto repertorio de leyendas-, la gente es muy creyente. Y a veces hay ciertos fenómenos que alimentan estas leyendas, como la luz que se puede ver a la noche en el monte, cerca de la casa de los Gorosito. En el pueblo se rumorea que si te acercas a esa luz, un espíritu te atrapa para saciar su hambre nada más ni nada menos que comiendo cada uno de tus músculos, para luego terminar con los huesos. Al final, no queda nada de la pobre víctima.

Esta pequeña historia trata sobre Daniel, de apellido Gorosito. Un joven con unos padres estrictos, pero muy, muy trabajadores. Ellos tenían plantaciones de trigo, girasol y lechugas y se dedicaban también a la cría de ganado bovino y ovino. También criaban otras cosas como gallinas y chanchos, pero no lo hacían con un fin muy comercial. El campo era duro. Había que trabajar todos los días en diferentes suelos, manteniendo las plantaciones y los animales. Había que correr, caminar en el barro y evitar alimañas. A veces Daniel se encontraba con una serpiente o dos.

Pero lo que más miedo le daba a Daniel era la noche. Tenía 14 recién cumplidos cuando el pobre chico murió. Esa noche fatídica, Daniel estaba jugando con sus amigos. Se los veía tan divertidos. Y es que hay tantos lugares en donde jugar en el campo...

Casi al final del día, cuando el sol se parte a la mitad en el horizonte, los chicos decidieron jugar a las escondidas. ¿Qué mejor momento para jugar a las escondidas que cuando el sol se esconde? Es más difícil buscar a los jugadores entre las sombras y la penumbra, además de la adrenalina que produce. Hasta da un poco de miedo.

Los chicos jugaron un buen rato, hasta que llegó el turno de Daniel. Era hora de contar y buscar a los demás. El sol casi había desaparecido. Pobre Daniel, no sabía lo que se iba a encontrar. El joven buscó y buscó, pero no había rastro de sus amigos. Al final, la noche llegó rápido. Ya casi no se veía nada. Sintió soledad y miedo. Estaba tan nervioso que decidió finalizar con el juego. "¡No juego más!" gritó a los cuatro vientos. "¡No seas miedoso!" le respondieron desde algún sitio desconocido. Pero Daniel supo discernir de dónde venían esos gritos humilladores: los yuyos del monte, donde no había nada plantado más que hierbas y pequeños árboles que crecieron de manera natural; donde habían pequeñas "montañas" que servían de escondite, aunque no solo para los humanos. Era por allí. "¿Qué hacen ahí? ¡Es peligroso! ¡Vuelvan!" gritó Daniel. "¡Cagón!" le respondieron. Pero Daniel no quería que sus amigos lo vieran como un cobarde. Él quería demostrar lo valiente y "macho" que podía ser un hombre de campo como él, así que se adentró al monte. Pero solo llegó a dar varios pasos antes de detenerse cuando sintió algo tirar de su pantalón. En el piso, caído quién sabe por qué, se encontraba un alambrado con púas. Y fue en una de esas púas donde su pantalón se enredó. Y, mientras trataba de desenredarlo, vio algo que lo aterró. "¡Vuelvan!" gritó él, tratando de advertir a sus amigos.

Era su peor pesadilla, su más profundo miedo. A lo lejos, una pequeña luz brillaba tenue y se movía lento detrás de las pequeñas dunas que conformaban ese monte. Se escondía detrás de los arbustos y árboles, detrás de los matorrales y la hierba. Subía, bajaba, se iba y venía. "¡Voy a volver, chicos! ¡No juego más!" gritó Daniel. "¡Cagón de mierda!" le respondieron. Pobre Daniel. Cuando se dio la vuelta para volver a la casa, otra pequeña luz tenue, del mismo color que producen las velas, se interponía entre él y la casa. Tenía tanto miedo que, de repente, se orinó, cosa que empeoró la situación. Ahora no solo tenía miedo de la "luz mala", sino que también tenía miedo de que sus amigos se rían de él.

Y, en un arrebato de cólera, Daniel arrancó su pantalón del alambrado, rompiendo la parte de la botamanga derecha y raspando su pantorrilla. Adolorido, corrió por el monte a duras penas iluminado por la luna. Pero las "luces" lo seguían. Tanto miedo sintió en ese momento, que gritar fue natural. Gritó con todas sus fuerzas mientras corría, pidiendo ayuda. Gritó también para tratar de advertir a sus amigos del peligro mientras saltaba y tropezaba de forma constante con las ramas y raíces que se desprendían del suelo.

Y los gritos se apagaron. Solo se divisaban unas pequeñas burbujas salir de aquella laguna, o lo que suele ser una laguna durante la época de lluvias. Aquel lugar, ahora, no era más que barro acumulado con una consistencia similar a la de las arenas movedizas. El chico cayó de lleno, hundiéndose hasta lo más profundo, donde quedó atrapado y jamás fue encontrado.

Después de algún tiempo, sus amigos relataron que desde que Daniel desapareció se puede ver una pequeña luz tenue en el medio del monte donde se encontraba la laguna. Aquella luz tenue, dijeron los jóvenes, es muy parecida a la luz de las velas que ellos cargaron durante aquella ocasión para asustar al pobre chico durante su cumpleaños.


¿Y qué pasó con el espíritu de Daniel? Bueno, sigue allí, en el medio del monte. Durante la noche, a la distancia, se puede ver su luz. Los humanos dicen que es una "luz mala" y que está allí para atraer a los más desprevenidos a ese lugar y así sea más fácil atraparlos. Pero la verdad es muy diferente. Daniel es un espíritu bueno. Su luz está allí para que los humanos no se acerquen a ese lugar tan peligroso durante la noche.

Él no quiere que otra persona sufra el mismo destino. Él no es como yo.

¿Que por qué me veo algo molesta? Bueno, el monte de los Gorosito era un buen lugar para tomar un poco del espíritu de humanos desprevenidos.

En el Horizonte de la Vida y la MuerteWhere stories live. Discover now