V. Monstruo.

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—Entonces, todo debe estar listo para cuando termine el año. Nuestras acciones deberían crecer hasta un diez por ciento. No vas a arrepentirte de esto, Draco, de verdad es el mejor negocio de nuestras vidas.

Draco sonrió y tomó la mano extendida que Blaise le ofrecía. El hombre le correspondió atrayéndolo hacia él y envolviéndolo en un fuerte abrazo que rápidamente pasó de un contacto amistoso y casual a algo mucho más íntimo.

Draco se apartó sin nada de tacto.

—No hagas eso. —Le advirtió con voz firme y ojos duros cómo el acero. —Sabes que ahora estoy con Harry.

—Ah, Potter, por supuesto. —Respondió Blaise con un toque de burla en su voz. —¿Cuándo vas a dejar de fingir fidelidad? Todos saben que no eres de ese tipo.

Impasible, como si estuvieran hablando del clima, Draco dio media vuelta para comenzar a guardar sus papeles dentro de su portafolio de negocios. No iba a dejar que Blaise agotara su paciencia, no cuando, últimamente, el veela se sentía tan sensible e irritado. Lo último que necesitaba era atacar a alguien en su forma de bestia y que los rumores de que él era el monstruo que había asesinado a al menos cinco personas en los últimos meses crecieran. El ministerio, que tenía registro de todos los magos con sangre de bestia ya lo tenía en la mira y estaba seguro de que la única razón por la que en realidad no se metían con él era por Harry.

—¿Fingir? Nadie está fingiendo nada, Blaise. Escogí a Harry como mi compañero y no pienso traicionarlo. —El rostro de incredulidad de Blaise fue suficiente para que Draco sonriera internamente, triunfante.

—Dijiste que jamás elegirías un compañero. Que no estabas hecho para ese tipo de vida. ¡Me votaste con ese pretexto!

—Si, bueno, las cosas cambian.

—Ni si quiera se lo has presentado a tus padres. Ellos jamás van a aceptarlo.

—Dudo mucho que mi padre pueda presentar resistencia desde prisión y mamá, bueno, hace tiempo que dejé de hacer todo para complacerla.

—No puedes hablar en serio.

—Oh, lo hago.

—¿Qué hay de todas esas noches en que salimos?

—¿Disculpa? No fueron más que citas de trabajo.

—¡Sé cómo me mirabas!

—¿De qué estás hablando? Dios, Blaise, no dejes que mi esencia de veela te afecte demasiado. Nadie te estaba mirando de ninguna manera. Sólo eras tú deseando que te mirara.

—Sé lo que vi.

—Ese es el problema con los magos cómo tú. No tienen un mínimo de resistencia al aura veela y son tan vulnerables que comienzan a creer y sentir cosas que no son reales.

Draco cerró su portafolio de un golpe, bastante irritado. Siempre había odiado esa parte de ser un veela. Jamás podía estar seguro de que era genuinamente amado, de que lo que sentían por él iba más allá de la sobrehumana atracción que poseía. Y era una mierda. Había salido con decenas de chicos y chicas sin voluntad que de inmediato se habían rendido a sus pies. Blaise había sido una de esas personas. Draco había estado enamorado de él en el colegio sin ser correspondido, el jodido Blaise siempre se había creído mejor que él, pero luego, al igual que los demás, terminó por sucumbir. Era tan dócil cómo un cachorrito entrenado y no había nada que no hiciera por Draco, la primera señal de que, definitivamente, sólo estaba viendo al veela. La parte angelical del veela.

—¿Y crees que Potter es diferente? ¿Crees que es lo suficientemente especial cómo poder resistirse a tu aura veela? No seas imbécil, Draco.

Harry había sido un caso completamente diferente. La excepción. Cómo todo en la jodida vida del héroe del mundo mágico. De la misma manera en que había podido resistirse a la imperius en cuarto año, Harry demostró tener una resistencia arrolladora a sus encantos veela. No hacía nada de lo que Draco ordenaba, ni si quiera por complacer, lo miraba de la misma manera en que lo había mirado a lo largo de los años que llevaban conociéndose: Cómo si fuera mejor que él.

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