I - Ven cuando gustes.

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B-312 observaba a Boriska salir del bar a través de una de las cámaras del vehículo. El microscópico localizador implantado en su hombro le había avisado que ya planeaba retirarse del local. De todas maneras, sabía que el temporizador programado en su parche la haría salir tarde o temprano.

Era la 1 de la mañana ya, y Elér se caracterizaba por su vino Barley y sus amaneceres rápidos comparados a la Tierra, con el alba concluida a las 5 de la mañana en verano.

Esto era por su inclinación, pero su rotación le daba días de 27 horas. La distancia con su estrella, sin embargo, le daba un clima mayoritariamente templado y frío, pese a que con lo antes mencionado uno esperaría que el clima fuese incómodamente caluroso en Elér.

Volviendo a Boriska, quien arrastraba sus pies erráticamente fuera de la entrada el Long Night Of Solace, un club de moderado renombre en Új Székesfehérvár.

Había programado el parche digital implantado en su hombro para 'sacarla' a eso de las 27:30. A esa hora, el parche soltaría pequeñas descargas eléctricas y ondas de calor, que le incomodaría lo suficiente como para hacerle querer irse. La única forma de que el parche se detuviese es que detectara un cambio en el ritmo o presión cardiaca (por cuestiones de seguridad), estado de sobriedad, o por obra de B-312.

Aunque su campo efectivo de visión era de un 2/20 en ese momento, Boriska logró tambalearse hasta el auto, el cual reconoció los pulsos eléctricos de su piel y la señal emisora de su parche. La puerta se abrió delicadamente en cuanto se hizo a un lado

- Hola, 'Beja (Bee). - Dijo arrastrando las palabras.

Consiguió aterrizar en el asiento del piloto y acomodarse (acción que le costó más de lo que podría parecer). B-312 cerró la puerta y dos pequeños tubos dispensadores la rociaron con una mezcla de agua con nitrosomonas eutropha y esencia de coco, recuperándole a su piel su suavidad y arrancando el olor a mucho tiempo fuera de casa.

- ¿Me permite? - Dijo B-312 a través de las bocinas del auto, desplegando un pequeño alcoholímetro. Lo hacía por protocolo, pero cualquiera con una céntima de uso de razón adivinaría el estado de Boriska, quien rio nerviosa y sopló. Su sangre era cebada.

- Fue una noche divertida. - La guantera se abrió revelando una botella de Gázmaszk (un suero rico en sodio y demás minerales para bajar el exceso de alcohol).

Agradeció y completó la desafiadora tarea de alcanzar la botella. Tenía un gracioso sabor a limón y menta.

El asiento se reclinó, y sus distintas secciones liberaron diferentes cantidades de gel bajo la funda de neopreno, convirtiéndolo en un cómodo molde que la mantenía acogedoramente cálida, en contraste con el fresco ambiente del vehículo.

- Te quiero, 'Beja. - Murmulló Boriska mientras se recostaba de lado y sus extremidades, parte de su torso y cabeza se hundían en el gel. Entre sus bancos de información, B-312 encontró un homólogo al sentimiento de ternura por la sinceridad que el cansancio le dotaba a su dueña.

- Descanse, Boriska.

Un delgado exoesqueleto se deslizó bajo el tapiz, navegando entre el gel; se adaptó en forma de cuchara al cuerpo de Boriska, y desplegó sus finas placas curvadas (rectas en las del torso) alrededor del espacio de ella que podían alcanzar. Comenzaron a ajustarse y a vibrar, dándole un masaje de cuerpo completo, y Boriska clavaba la vista en un tenue destello que atravesaba el cielo, pareciéndole encantador.

B-312 monitoreaba sus alrededores y consultaba el GPS del auto para verificar la seguridad de la ruta que estaba siguiendo hasta casa de Boriska. Un viaje rápido, en el cual Boriska quedó dormida tras un rato de ser masajeada y perder la vista en la nebulosa cercana a su sistema, visible en el cielo nocturno tras su ventana.

Al llegar, B-312 abrió la cochera e introdujo el vehículo. Abrió las ventanas para dejar circular el aire y desactivó el sistema de masaje. Entonces de apagó automáticamente, y Boriska y él durmieron hasta varias horas después del fin del alba.

Rapsodia Ficticia Supermasiva.Where stories live. Discover now